Por un lado, Orozco y Jiménez fue un impulsor de la modernización, introdujo la energía eléctrica en San Cristóbal, fundó talleres y cofradías y se preocupó por la historia eclesiástica local y, por el otro, trató de vencer los rasgos “idolátricos” que permane-cían vigentes en el catolicismo sincrético de los chamulas. éstos pronto lo adoptaron como su “protector” y, paradójicamente, le dieron un tratamiento sólo reservado a los “santos” locales.