Un ataque contra la vida, contra la cultura, contra la dignidad, que se ceba sobre todo con los recién nacidos y los niños, que si acaso logran sobrevivir es para servir de cobayas o como reservorio de órganos; una masacre escandalosa y fisiológica al mismo tiempo, en un mundo en el que tan extrema privación de derechos sirve a la vez como válvula de escape y como alimento de sus contradicciones.