me di cuenta de cuántas veces, en toda mi existencia, me había autoexcluido de la vida para librar a los demás de mi presencia, adelantándome a las situaciones, antes de que nadie pudiera dejarme atrás. Era una forma inconsciente de solicitar amor y atención. Igual que me había sucedido en la infancia, cuando mi ausencia estaba realmente motivada por mi deseo de ser echada en falta. Y aunque esa estrategia me ayudó a sobrevivir en mis primeros años de vida, se había quedado desfasada y, en realidad, revelaba una falta de valentía.
Mientras sigamos ocultando facetas de nosotros mismos, porque pensamos que solo será aceptada una versión corregida o formal de nuestra personalidad, nos estaremos privando de la pertenenci