¿De qué está hecho nuestro universo? Esta no es una pregunta nueva; de una manera u otra, el mismo interrogante ha acompañado a nuestros antepasados curiosos desde la noche de los tiempos. Los estudiosos del cosmos de hoy, sin embargo, creen haber hallado la respuesta. A partir de novedosas teorías y de observaciones y experimentos de gran precisión, se ha establecido un modelo para la evolución y el contenido de este universo, que nuestros abuelos (y, en algunos casos, incluso nuestros padres) jamás habrían podido siquiera imaginar. El resultado, de más está decir, es extraño, muy extraño. Pues todo aquello que nos rodea y aquello que los astrónomos pueden localizar con sus potentes máquinas de atrapar luces lejanas (a veces también llamadas “máquinas del tiempo”) representa un magro porcentaje de todo lo que sabemos –o pensamos que sabemos— que hay allá afuera. Y el resto que no vemos ¿qué es y qué aspecto tiene? Este libro trata precisamente de describir esos componentes oscuros que solo se dejan detectar indirectamente y que se comportan de manera inusual. Se los ha llamado materia y energía oscuras; se trata, sin ninguna duda, de nombres un poco confusos pero que se relacionan fuertemente con nuestra cultura global (pues representan el lado oscuro de nuestro universo).