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Belén Santis,Ignacia Montenegro

Déjame con mi orgullo

  • Lucía Gastañaduiciteerde uit5 jaar geleden
    ¿Por qué las mejores personas mueren, Ann?

    —Le hice la misma pregunta a mi abuela unos meses antes de que falleciera —seguí acariciando sus rizos rebeldes—. Y recuerdo que me dijo: «Cuando tomas las flores de un jardín, escoges las más hermosas y puras. Eso es lo que hace Dios, mi pequeña». Desde entonces no he vuelto a cortar flores en mi vida.
  • b5488040663citeerde uit4 jaar geleden
    «Bien, si logro entender una sola palabra de lo que diga no estaré tan mal y podré saber que al menos pasaré el examen por los pelos», pensó, siendo pesimista desde un principio.
  • garciapichardomiaciteerde uit12 dagen geleden
    lo mucho que odiaba ser un cero a la izquierda en Matemáticas
  • garciapichardomiaciteerde uit13 dagen geleden
    guiñó un ojo a la Ann para molestarla
  • yessicamoralesguzman9citeerde uit5 maanden geleden
    Estaba parada frente a una casa repleta de personas, esperando a su hermano que había olvidado el celular en el auto que compartía con su madre de vez en cuando. A estas alturas, Ann ya estaba dudando sobre su promesa de te estaré vigilando como si mi vida dependiera de ello y no creía que fuera capaz de vigilarla toda la noche como un halcón sobre su presa. Por irónic
  • sanchezsharoll37citeerde uit6 maanden geleden
    Según Annabella, no podía culparla de ser una amargada cuando toda la escuela sabía que se enrolló con el profesor de Castellano; dejando el rumor de que se juntaban cuando ninguno de los dos estaba en clases y terminaban en el escritorio de la directora. La alumna que «los vio primero»
  • Majo (!!)citeerde uit6 maanden geleden
    mentiras
    VI. Engaños
    VII. Los cambios son para mejor
    VIII. Hospital y un
  • anasofialara94citeerde uit7 maanden geleden
    —no había mala intención en esas palabras, pero eso no evitó que el nombrado mostrara una sonrisa bastante forzada en sus labios.
  • Ashly layeska del Cid Guzmanciteerde uit7 maanden geleden
    Peter me miró con sorpresa y me apuntó con su dedo índice.

    —¿Tú? —exclamó enojado.

    —No, no y mil veces no —comencé—, ¡no pienso tratar con este mujeriego de segunda! —lo miré con todo el odio que podría demostrar.

    —Y yo no pienso enseñarle a esta burra apellido de frutas —dijo negando.
  • Ashly layeska del Cid Guzmanciteerde uit7 maanden geleden
    Media hora después se estaba lamentando por haber desviado la vista al patio durante diez segundos, ya que sin darse cuenta había perdido el delgado hilo de la clase. Todo lo que escuchaba no lo entendía, y lo que había comprendido antes no hacía más que confundirla con la materia de ahora.
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