En La alegoría de la caverna, de Platón, se describe a un grupo de prisioneros desde su nacimiento con cadenas que los sujetan del cuello y de las piernas de forma que solo puedan mirar hacia la pared. Detrás de ellos se encuentra una hoguera y la entrada a la cueva desde el exterior. Los encadenados consideran como verdades a las sombras que ven, porque no pueden girarse y ver la realidad.
Una versión moderna podría ser la sala de un cine. Si nacés ahí, y solo mirás la pantalla sin poder girarte, creerás que estás viendo la verdad, ignorando, por supuesto, que hay un proyector detrás tuyo con alguien que lo manipula. Pero si un encadenado escapase, no solo saldría hacia el exterior, conocería lo que hay fuera tal cual es. Si el hombre volviera para tratar de liberar a los suyos y comentarles la maravilla de lo que ha descubierto fuera de aquel oscuro lugar, seguramente lo harían callar porque está molestándolos durante la reproducción de su película favorita, incluso si tuvieran la oportunidad de echarlo a las patadas lo harían.
Posdata: Rumbo al portal, y Psicosis: Dentro de la cabina, son los detalles de la serie de libros «Calor humano».