Su majestad la reina:
"—Y has de obedecer —dijo Alicia, con picardía.
María Nicolasa de Nialer se echó a reír. Reía con frecuencia y era por naturaleza una joven alegre y dichosa que detestaba los protocolos rigurosísimos de palacio.
—Debieran borrar de la lengua esa palabra odiosa —rio divertida—. No me agrada obedecer, pero el rey manda y mi padre no es un hombre ligero de los que admiten rebeldías. —Suspiró—. Lo siento, Ali. Lo siento infinitamente. Quisiera ser como tú, como Isabel, como Milly de Lolerbe… Pero soy una princesa y tengo deberes que cumplir. —Suspiró más hondo, agitó las manos desolada y lamentó lánguidamente—: Adiós, mis paseos domingueros, mis salidas furtivas, mis charlas con vosotras… Una vez que vengan a buscarme, todo quedará atrás convertido en un recuerdo nostálgico."