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Ana María Matute

  • Tamara Mapleciteerde uit6 maanden geleden
    En lo que me resta de vida, el amor me ayudará a entender el sentido del tiempo
  • Andrésciteerde uitvorig jaar
    Había una vez un escritor indeciso. Cuando escribía, lamentaba no poder leer, y, cuando leía, lamentaba no poder escribir
  • Andrésciteerde uitvorig jaar
    Se dice que allá arriba, en el reino de la gravedad, el Verbo se ha hecho cuerpo. Las palabras son tan pesadas como piedras; las frases tanto como cadenas montañosas; puntos y comas pesan en la página como calderilla en un monedero.

    Todo esto es tras haber leído esa cantidad. Este párrafo es buenísimo y pesado.

  • Luis Cepedaciteerde uit2 jaar geleden
    Pocas veces un hombre vive tan herido y maltratado por los recuerdos de la niñez y adolescencia,
  • carolina carbajalciteerde uitvorig jaar
    No mira hacia atrás el infame o redentor barquero porque conoce muy bien lo que queda a su espalda, de ello huye o de ello viene
  • Ofelia Rciteerde uit2 jaar geleden
    Porque estoy aquí solamente esta vez y no he de volver nunca
  • Ofelia Rciteerde uit2 jaar geleden
    Había una vez un escritor indeciso. Cuando escribía, lamentaba no poder leer, y, cuando leía, lamentaba no poder escribir
  • Tamara Mapleciteerde uit6 maanden geleden
    Echo en falta un recuerdo ocasional de que existo. Porque estoy aquí solamente esta vez y no he de volver nunca. También esto puede resultar fácil de olvidar. Yo lo sé, es obvio que lo sé todo el tiempo, sólo con que me pare a pensarlo. Pero nadie me impulsa a hacerlo. Aquí no rige ninguna pública confidencialidad. Si en medio del flujo de la información olvido que estoy vivo, es problema mío.
  • Tamara Mapleciteerde uit6 maanden geleden
    Los hombres —que eran mi padre, mi abuelo y mi tío— fumaban. Las mujeres —que eran mi madrastra, mi abuela y mi tía— recogían con las yemas de los dedos las migas de pan y los granos de azúcar esparcidos sobre la mesa y los chupaban.
  • Tamara Mapleciteerde uit6 maanden geleden
    Ahora, ahí está una silla sin nadie, apoyada en el borde de una mesa sin mí. Es el gesto de una infinita desolación, de un espacio vaciado de su contenido natural, como ese vaso boca abajo, negándose a recibir, a contener, a calmar una sed.
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