Antonio Muñoz Molina

Una novela muy potente, sobre cómo nos atraviesa el tiempo, sobre el amor que sentimos alguna vez con máxima intensidad pero que no tuvimos el coraje o la determinación de perseguir, sobre como ese amor aún dejado de lado, atraviesa el tiempo y retorna en la vejez cuando ya el hombre está solo frente a su alma, a sus recuerdos, a sus presencias internas, liberado ya de la vorágine y las obligaciones de la vida productiva. Escrita con ese estilo grave, profundo y sentencioso tan característico de la mejor literatura española. No te veré morir me conmovió profundamente, releí algunos de sus párrafos varias veces, me asombré de la sabiduría de sus reflexiones, una sabiduría que viene simplemente de haber vivido y llegado a viejo y de ver cómo el tiempo destruye casi todo lo que en la juventud creímos posible y eterno, como el tiempo nos enfrente finalmente a la única vida que fuimos capaces de construir, no a esa otra que es un espejismo de los sueños e ideales que declaramos pero que no tuvimos ni el valor ni el tesón suficiente para llevarlos a cabo, y la amargura profunda que de eso se deriva: de no haber estado a la altura de vivir la vida que hubiéramos querido y solo saberlo ya en la vejez cuando ya no hay tiempo.