Martina Antognini

  • Laura Segoviaciteerde uit4 maanden geleden
    No podemos hablar de los muertos que nos han abandonado. No podemos pronunciar sus nombres. Daniel perteneció a aquellos que, una vez, condenaron el silencio, pero ahora el invierno se nos ha metido dentro de la boca a los dos, y nada huele como la lluvia o el verano.
  • Laura Segoviaciteerde uit4 maanden geleden
    Por fin, me contemplé. Y vi.
    Donde antes había morado un solo espíritu, ahora habitaban dos, y eran tan opuestos el uno del otro como una pluma brillante frente a un hueso roto. Un hilo negro, delgado como el filamento de una flor de invierno, había brotado del centro de mi herida, haciéndose más ancho a medida que se derramaba sobre el costado enfermo de mi cuerpo, como la enramada de un árbol de ceniza. Se había expandido sobre mis doce costillas e invadido parte del omóplato, igual que la madeja desatada de un grueso hilo, igual que el ala desplegada de un cisne negro, sangre quieta y estancada, propagación de la peste de Caín. Mitad mujer, mitad pájaro. Cuerpo de leche heredado, salpicado de veneno.
  • Almudena Anésciteerde uit8 maanden geleden
    —Mi cuerpo es mío —dije—. Mi sombra también. Y es mío todo lo que hacen.
  • Almudena Anésciteerde uit8 maanden geleden
    no se me ocurría ningún motivo por el que un cuerpo sano y fuerte como el suyo deseara a un cuerpo pobre y destrozado como el mío.
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