Jazmina Barrera

Después de sus partos, mi madre, mi tía y sus bebés vivieron un año con mi abuela. Ella las cuidaba, las ayudaba en esas noches eternas del principio.

Lo pienso y lo escribo, y luego leo en Los Argonautas mis palabras casi idénticas: “Nunca en mi vida había estado más a favor del aborto que cuando estaba embarazada”.

Si escribo todo lo que pienso luego puedo dejar de pensarlo. Eso creo. Eso espero

Al ser relegado a la categoría de «manualidad» o «artesanía», el bordado se salvó de la ridícula idea de originalidad que rige el canon masculino del arte occidental. Pasa lo mismo en mucha literatura escrita por mujeres, tomamos prestadas palabras de otras mujeres para que nos ayuden a expresarnos o por el puro gusto de compartirlas, repetirlas y saborearlas. Lo hacemos sin miedo, sin vergüenza, gozándolo.

No hay escolarización que valga la pena sin leer a Quiroga. El campeón absoluto de ganar niños

Pienso que mi relación con la literatura nunca habría sido la misma si mi madre no hubiera leído tanto tiempo conmigo en voz alta.

todavía sobrevive algo de esa cultura oral alrededor de los libros: los grupos de lectura entre amigas, los clubs de lectura en librerías, en parques o en línea. Los afectos, los vínculos y las comunidades que se tejen alrededor de los libros entusiasman, involucran y dan más ganas de seguir leyendo

para mí todos los libros inclasificables son ensayo y para él todos los libros inclasificables son poesía

Después de sus partos, mi madre, mi tía y sus bebés vivieron un año con mi abuela.

Después de sus partos, mi madre, mi tía y sus bebés vivieron un año con mi abuela. Ella las cuidaba, las ayudaba en esas noches eternas del principio.