Sonya Renee Taylor

La aceptación no debe confundirse con la conformidad o con la propuesta de resignación a la violencia y a los males del mundo

Nuestros primeros recuerdos de vergüenza corporal nos dejaron con una sensación de que había algo que estaba mal en nosotros, de que nuestros cuerpos deberían ser diferentes de como eran (mientras que al mismo tiempo deberían ser iguales a los otros cuerpos que nos rodeaban).

¿Cómo afectan aún hoy tus recuerdos de vergüenza corporal a tu vida actual? ¿Qué haces o dejas
de hacer como resultado de esa vergüenza?

Las relaciones con nuestros cuerpos son herencias sociales, políticas y económicas

cuerpo por defecto ha ido cambiando de forma y transformándose para encajar con las estructuras de poder de cada momento.

¡Todas las reglas sobre los cuerpos son inventadas!

¿Tu vergüenza corporal ha alimentado tu consumismo? ¿Qué compras para «ser normal», para «encajar», para «arreglar tus imperfecciones»?

Cuando nos dan la oportunidad de pensar en cómo nos gastaríamos nuestro dinero si pensáramos en él como un recurso poderoso y abundante (cosa que, por cierto, es), elegimos cosas que nos llevan mas cerca del epicentro de nuestra alegría y nos recuerdan a lo más importante de estar vivo.

¿Cuándo fue la última vez que hiciste una compra porque no te sentías «lo bastante bueno»? ¿Esa compra cambió tus sentimientos? Y si fue el caso, ¿en qué cambiaron y cuánto duró el cambio?

Cuando somos incapaces de no hacer daño, nuestro trabajo es hacer el mínimo daño posible.