No obstante, estos microorganismos no son los únicos en el recién nacido, ya que a pesar de la convicción dogmática establecida durante décadas de que el útero, la placenta, el cordón umbilical y, por tanto, el feto no contienen microorganismos, los estudios recientes están descubriendo la presencia de bacterias en estos lugares, aunque en pequeñas cantidades, así como en el meconio de recién nacidos sanos tras embarazos y partos normales.