Fernando de León

  • salvador emmanuel cabrera rodriguezciteerde uit2 jaar geleden
    A veces son los rincones de las ciudades con huecos los que nos hacen creer que todo fue sueño, sueño profundo como si —por un instante imperceptible— hubieras muerto.
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezciteerde uit2 jaar geleden
    Me encantan tangos y poemas. Será porque las tragedias vivas están en ellos, y entonó con lágrimas aquellos cantos
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezciteerde uitvorig jaar
    Pero, si de algo estamos seguros es que en esta vida nada es para siempre, y menos las cosas que nos vuelven felices, porque la felicidad es efímera como la vida de las arañas, etérea como la propia existencia.
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezciteerde uitvorig jaar
    Sí, evade el pasado. Prefiere sufrir un poco por tu ciudad herida y renegar de sus calles rotas, del monstruo en que se ha convertido, de los tantísimos automóviles, del exagerado ruido, el montón de personas que van y vienen urgidas cada una con sus prisas, de los terregales o la mucha basura acumulándose por doquier. Sí, el mundo es una maltratada realidad.
  • Citlalxochitl Gonzalezciteerde uit4 maanden geleden
    Pero hay escritores que han dedicado su carrera completa a ella, como Emiliano González —firme defensor de los poderes de la fantasía—
  • Citlalxochitl Gonzalezciteerde uit4 maanden geleden
    TRES CUENTOS CERCANOS: «El silencio de Dios», de Juan José Arreola; «La iglesia del Diablo», de Joaquim Maria Machado de Assis; «Alumbramiento», de Mario González Suárez.
  • Citlalxochitl Gonzalezciteerde uit4 maanden geleden
    DOS CUENTOS CERCANOS: «El mortal inmortal», de Mary Shelley; «Crónica del Gran Reformador», de Héctor Chavarría; «El viajero», de José Luis Zárate.
  • Citlalxochitl Gonzalezciteerde uit4 maanden geleden
    —¡Escúchame, Conde! Otelo decidirá si puedo o no acompañarlos a asaltar. No tú.

    —A mí no me miren —dije—. Yo ya me voy a mi casa. Si asaltan a alguien, mañana me cuentan cuánto sacaron.

    —¿Y qué les dirás a tus nietos? —preguntó el Diablo—. ¿Que no pudiste asaltar a alguien cuando te lo propusiste? Si tus nietos van a dar al infierno, los pondré en el décimo círculo.

    —¿Cuál es ese? Creí que solo eran nueve.

    —Es el que está reservado a los que tuvieron un abuelito culero.
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