Francisco Campillo

Leonardo nos dice que la pintura es algo mental por razones epistemológicas antes que filosóficas o estéticas. Este entrelazamiento entre epistemología y estética opera también en arquitectura.

Consideremos el texto de Tomás Moro de 1516 titulado precisamente Utopía, en el que de modo inmediato comparece la nueva función estético-social de la arquitectura.

¿Pero cuáles son las tesis estéticas que pueden extraerse de este panorama? La belleza es tan esencial para la arquitectura como la utilidad; lo bello es lo que está en armonía con la razón, pero también lo que agrada a la vista; la belleza es armonía de las partes; la belleza es plasmada por la naturaleza, que constituye un modelo indispensable para el arte; el cuerpo humano, siendo parte de la naturaleza, es a su vez modelo; hay varios grados de belleza hasta llegar a la elegancia, el más elevado; hay diversos tipos de belleza; el orden dórico es masculino, el jónico femenino y el corintio virginal.

Hay también un elemento social en la belleza, que empuja a conformar la obra a las necesidades y costumbres; y existen, por tanto, una belleza formal y otra funcional, así como junto a la simetría se encuentra el decoro. La belleza nace también de un factor psicológico: para ello trabaja la euritmia.

«un hombre puede ser proporcionado y ser grueso y pequeño, o alto y delgado, o mediano». La proporciones de un mismo cuerpo no son constantes, sino que varían. Las proporciones afectan a la cantidad, que es menos importante que la cualidad de los cuerpos.

Es el objeto representado lo que se hace metafísica. La imagen de la cosa muestra un poder que trasciende a ésta.

Para Miguel Ángel no hay antagonismo entre belleza y naturaleza: la naturaleza siempre será un medio. No todo en la naturaleza es igualmente bello, y la tarea del artista es la de realizar una elección y añadir belleza a la naturaleza. Respecto a la realidad, el artista no tiene ninguna obligación: él produce una realidad propia.

El arte es intelecto y juicio del ojo. El intelecto es la capacidad de «diseñar» un mundo y, por tanto, de proyectarlo. El ojo, como instrumento fundamental de conocimiento, es lo que une hombre y mundo, y el plano, el proyecto, es lo que mantiene unidos a pintura, escultura y arquitectura. La idea de una obra de arte total, que encuentra su formulación sólo en la Edad Moderna, tiene aquí sus orígenes.

Renacimiento: sus características serán la magnificencia, la armonía, la medida y la sobriedad, la organización racional, el control de la capacidad imaginativa, pero, sobre todo, el equilibrio entre forma y contenido, entre idea y realidad. En Rafael la armonía se hace sublimidad; en Miguel Ángel se hace drama.

La clasificación más organizada y razonada nos llega de Varchi, en el siglo dieciséis. El arte es un «hábito intelectual», se contrapone a las inclinaciones de orden transitorio y se pone en práctica a través de la razón según una argumentación de tipo aristotélico, en la que no aparece separación entre artes y bellas artes. Varchi es consciente, en cualquier caso, de la ambigüedad latente en esta indiferenciación, y anota que «estrictamente hablando, el arte se contrapone a las ciencias».