Gloria Fernández Roz

  • Miri Picazociteerde uitvorig jaar
    no quiero que se acuerde ahora de que yo alguna vez dejé de quererle
  • Miri Picazociteerde uitvorig jaar
    Víctor había firmado el acuerdo de divorcio con la corbata roja que se ponía en los días alegres.
  • Sandra Pérez Castrejónciteerde uitvorig jaar
    LA NATURALEZA DEL AMOR
  • Luz Adrianaciteerde uitvorig jaar
    la mujer empieza a calcular en qué año dejó comprar un ramo de rosas el día de San Valentín
  • Luz Adrianaciteerde uitvorig jaar
    Pasan meses y meses atrapados por la melancolía. Cuando se ponen de acuerdo, los dos se saben destinados a odiarse hasta la muerte, con la misma locura con que se juraron amor eterno.
  • Luz Adrianaciteerde uitvorig jaar
    Me miró con los ojos inyectados de sangre, sí, inyectados de sangre, estaban rojos, duros, ajenos, sin lágrimas ni súplicas, y no me dio tiempo a esquivar el marco de metacrilato que me clavó en la sien.
  • mecalcagciteerde uit2 jaar geleden
    Para finalizar esta breve semblanza de mi trabajo, he de confesar mi honda satisfacción por el inesperado rumbo que mi vida tomó hace tiempo, ya que paradójicamente, con mi extraño comportamiento, he logrado interesar a no pocos escritores en la cría de gallinas y a su vez, muchos granjeros han comenzado a escribir pequeños poemas para sus animales. Haber colaborado en el acercamiento de estos dos universos tan distintos es para mí algo tan profundamente
  • mecalcagciteerde uit2 jaar geleden
    hermoso que a veces, reflexionando sobre ello, suelo levitar ascendiendo sobre la tarima de mi habitación durante breves instantes, inmerso mi espíritu en una especie de rapto de felicidad máxima
  • Miri Picazociteerde uitvorig jaar
    eso comprobamos que muchas escritoras empiezan a hacerlo en la madurez, cuando se acaba el cuidado de los hijos y luego de
  • Miri Picazociteerde uitvorig jaar
    padres, mientras duran las fuerzas y el entusiasmo.

    Siempre que hablamos de este fenómeno nos viene a la cabeza la contestación que dio Alice Munro, premio Nobel de Literatura, cuando le preguntaron por qué escribía cuentos y no novelas: se acostumbró a escribir en el horario de la siesta de sus hijas.
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