Patrick Rothfuss

Es nuestra forma de vida. Vivimos en ningún sitio y en todas partes.

La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte

el silencio de un hombre que espera la muerte.

»Pero Táborlin conocía el nombre de todas las cosas, y todas las cosas estaban a sus órdenes. Le dijo a la piedra: "¡Rómpete!", y la piedra se rompió. La pared se partió como una hoja de papel, y por esa brecha Táborlin vio el cielo y respiró el dulce aire primaveral. Se acercó al borde, miró hacia abajo y, sin pensárselo dos veces, se lanzó al vacío...

El muchacho abrió mucho los ojos.

—¡No! —exclamó.

Cob asintió con seriedad.

—Táborlin se precipitó, pero no perdió la esperanza. Porque conocía el nombre del viento, y el viento le obedeció. Le habló al viento, y este lo meció y lo acarició. Lo bajó hasta el suelo suavemente, como si fuera un vilano de cardo, y lo posó de pie con la dulzura del beso de una madre.

Un observador avezado se habría fijado en que había algo que la mirada de Kote evitaba. De la misma manera que se evita mirar a los ojos a una antigua amante en una cena formal, o a un viejo enemigo al que se encuentra en una concurrida taberna a altas horas de la noche.

me enseñó que si tenía que hacer algo, debía tomarme mi tiempo y hacerlo bien.

Barrió el suelo metódicamente, sin dejarse

Lo peor ya había pasado, y no había sido tan grave

Puedo resumirlo todo en una frase. —Carraspeó—. «Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.» Escríbelo y haz con ello lo que quieras.

Hay que ser un poco mentiroso para contar bien una historia. Demasiada verdad tergiversa los hechos. Demasiada sinceridad te hace parecer falso.