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Richard Gross

  • Josué Osbourneciteerde uit7 dagen geleden
    El compás del tranvía y del sacudidor de alfombras me arrullaba. Era el cuenco donde se moldeaban mis sueños. Primero, los sueños informes, veteados tal vez por el chorro del agua o el olor de la leche; luego, los largamente hilados: sueños de viajes y de lluvias. Allí, ante un fondo gris, la primavera enhestaba sus primeros retoños; y cuando, más adelante a lo largo del año, una polvorienta fronda rozaba la pared mil veces al día, la fricción de las ramas me iniciaba en un aprendizaje que aún me venía grande, ya que en el patio todo se me antojaba una señal.
  • Josué Osbourneciteerde uit7 dagen geleden
    Y el niño, que alguna vez formó parte de esa alianza, se queda en su logia, rodeado de ese grupo, como en un mausoleo a él destinado desde hace tiempo
  • Josué Osbourneciteerde uit7 dagen geleden
    Eran ruidos nocturnos. Ninguna musa los anunciaba. La noche de la que venían era idéntica a la que precede a todo nacimiento verdadero. Y la que dormitaba en los aparatos era una voz incipiente. El teléfono fue, coincidiendo en día y hora, mi hermano gemelo.
  • Josué Osbourneciteerde uit7 dagen geleden
    el aparato, cual héroe de fábula confinado en un barranco, dejó tras de sí el oscuro pasillo para entrar en marcha triunfal en las estancias más claras y luminosas, habitadas ahora por una generación más joven, para cuya soledad se convirtió en consuelo.
  • Josué Osbourneciteerde uit3 dagen geleden
    llegar tarde
    El reloj en el patio de la escuela tenía aspecto de estropeado por mi culpa. Marcaba «demasiado tarde». Y al pasillo llegaba, por las puertas de las aulas que iba yo rozando, un murmullo de secreta deliberación. Detrás de esas puertas, maestros y alumnos eran amigos, o bien todos callaban, como esperando a alguien. Toqué el pomo con mano silenciosa. El sol bañaba el lugar en que me encontraba. Profané entonces mi día en ciernes para entrar. Nadie parecía conocerme, ni siquiera reparar en mí. Igual que había hecho el diablo con la sombra de Peter Schlemihl, el maestro se había quedado con mi nombre al comienzo de la clase. Ya no me llegaría el turno. Participé callado hasta que sonó el timbre. Pero no hallé consuelo al oírlo
  • maría fernanda almadaciteerde uitvorig jaar
    Nada había que mitigase la fuerza con que me acometía. Impotente, soportaba que anulara mi conciencia del tiempo, de mi propósito y mi deber, y, al igual que ese médium que sigue la voz que desde allende se apodera de él, me rendía a la primera propuesta que me llegaba a través del aparato.
  • maría fernanda almadaciteerde uitvorig jaar
    Y de nuevo, como en mi infancia, la hidra de Lerna y el león de Nemea tenían sitio en el boscaje que rodea la Gran Estrella.
  • maría fernanda almadaciteerde uitvorig jaar
    Todos tenemos un hada que nos concede un deseo. Sin embargo, pocos saben recordar el deseo que formularon, y por eso pocos son los que más adelante en su vida perciben que se ha cumplido.
  • maría fernanda almadaciteerde uitvorig jaar
    i dicha firma hubiese estado compuesta únicamente por consonantes, como las semíticas, habría sido no sólo el asiento de la perfección caligráfica, sino la raíz de todas las virtudes
  • maría fernanda almadaciteerde uitvorig jaar
    dos imágenes enigmáticas
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