AMA

  • b4898429668citeerde uit10 maanden geleden
    El hombre es lo que piensa que es. El pensamiento es fuerza y, gracias a su poder, lo que pensamos se convierte en realidad. La solución reside en elegir conscientemente nuevos pensamientos, pensamientos beneficiosos, y que el subconsciente los recuerde para nuestro bien»
  • albertojoaquinciteerde uit8 maanden geleden
    Dispones de lo que está puesto en manos de la suerte, desechas lo que está en las tuyas
  • Aldair Martínezciteerde uit4 maanden geleden
    El espacio que vivimos no es vida sino tiempo
  • Jorge Zuñigaciteerde uit2 jaar geleden
    mayor parte de los hombres carece de conciencia intelectual». A menudo me ha parecido que quien exige semejante conciencia se ve obligado a vivir, en la más poblada de las ciudades, tan solitario como en un desierto.
  • A.citeerde uitvorig jaar
    Definía el cristianismo, como una filosofía y una moral vulgares para personas débiles y esclavos que propone valores decadentes que no dejan que las personas sean libres
  • A.citeerde uitvorig jaar
    Este monte constituye todo el encanto del paisaje que domina, lo cual le da prestigio; al haberlo verificado cientos de veces, nos encontramos en un estado de ánimo tan poco razonable, y a la vez tan lleno de agradecimiento hacia el monte que ejerce esa seducción, que lo estimamos el elemento más seductor del paisaje —de este modo, lo escalamos y quedamos decepcionados—. De repente, tanto el monte como todo el paisaje que lo rodea por debajo de nosotros parecen perder su encanto; habíamos olvidado que muchas grandezas y muchas bondades pedían que se las mirase a distancia y, sobre todo, desde abajo, no desde lo alto. Únicamente así producen efecto. Tal vez conozcas a personas de tu entorno que no pueden considerarse a sí mismas más que a cierta distancia para sentirse simplemente aceptadas, atractivas o capaces de dar fuerzas; hay que desaconsejarles que se conozcan a sí mismas
  • A.citeerde uitvorig jaar
    El cambio general del gusto es más importante que el de las opiniones, ya que con todas sus pruebas, sus refutaciones y su fachada intelectual, las opiniones no son sino los síntomas del gusto que cambia y no las causas de ese cambio, como se sigue creyendo tan a menudo
  • A.citeerde uitvorig jaar
    El pensador ve en sus propios actos tentativas e interrogantes encaminados a obtener aclaraciones sobre algo. El éxito y el fracaso son, para él, antes que nada, respuestas. Irritarse o arrepentirse por un fracaso es algo que el pensador deja a quienes obran únicamente cuando son compelidos a ello, esperando ser apaleados por su gracioso amo cuando no le agrada el resultado
  • A.citeerde uitvorig jaar
    En los países civilizados casi todos los hombres son iguales en el hecho de buscar trabajo con el objeto de ganar un salario. Para ellos, el trabajo es sólo un medio, no el fin en sí; por eso son poco exigentes al elegir trabajo, el cual sólo les importa por la promesa de la ganancia, siempre que ésta sea considerable. Sin embargo, existen unas pocas personas que prefieren morir antes que dedicarse a trabajar a disgusto; son naturalezas que tienden a elegir y difíciles de satisfacer, pues no se contentan con una apreciable ganancia, si el trabajo en sí no constituye la ganancia de todas las ganancias. A esta clase de hombres pertenecen los artistas y los contemplativos de todo tipo, así como esos ociosos que se pasan la vida cazando, viajando o dedicándose a intrigas y aventuras amorosas. Todos éstos quieren el trabajo y la penuria con tal que esté unido al placer, incluyendo el trabajo más duro y penoso si fuera
  • A.citeerde uitvorig jaar
    necesario. Por lo demás, muestran una pereza decidida, aunque ésta produzca pobreza, deshonor y ponga en peligro su salud y su vida. Temen más al aburrimiento que trabajar disconformes. Hasta necesitan aburrirse mucho si quieren tener éxito en su propio trabajo. Para el pensador, como para todo espíritu sensible, el tedio es esa desagradable «calma chicha» del alma que antecede a la navegación feliz y a los vientos alegres; por eso prefieren soportarlo, esperar el efecto. Esto es precisamente lo que las naturalezas más débiles no pueden obtener de sí mismas de ninguna manera. Ahuyentar de sí mismas el tedio por cualquier medio es tan vulgar como el hecho de trabajar a disgusto. Tal vez sea esto lo que distinga a los asiáticos de los europeos; en tanto seres más capaces de estar en profunda calma durante largo tiempo; incluso sus estupefacientes actúan lentamente y requieren paciencia, al contrario de la repugnante rapidez de ese veneno europeo que es el alcohol.
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