Su voz resuena turbadora mientras acusa a Jesús de sobrevalorar al ser humano: «Has dicho muchas veces: “Quiero haceros libres”. Pues bien, ya has visto a los hombres libres…[1]» El inquisidor enfrenta a Jesús con la experiencia de lo rápidamente que el hombre está dispuesto a renunciar a su libertad para obtener seguridad física o económica, o simplemente, para no tener que decidir él mismo: «Quieres ir al mundo con las manos vacías, predicando a los hombres una libertad que su tontería y su ignominia naturales les impiden comprender, una libertad que les da miedo, pues ni ha habido ni habrá nunca nada más intolerable para el hombre y para la sociedad.