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Ángeles Mastretta
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Ángeles Mastretta

  • aicirtaP
    aicirtaPciteerde uit2 jaar geleden
    Estaba sola, nadie me mandaba. Cuántas cosas haría, pensé bajo la lluvia a carcajadas. Sentada en el suelo, jugando con la tierra húmeda que rodeaba la tumba de Andrés. Divertida con mi futuro, casi feliz.
  • 🌻citeerde uitvorig jaar
    supuesto no le contaba yo nada. El no quería que yo le contara, por eso se ponía a hablarme como a una niña que no debía crecer y terminábamos abrazados mirando los volcanes, agradecidos de tenerlos enfrente y de estar vivos para mirarlos.
  • Debora Salamancaciteerde uitvorig jaar
    él tenía más de treinta años y yo menos de quince.
  • Debora Salamancaciteerde uitvorig jaar
    Me atraían las que le tuvieron cariño, las que incluso le parieron hijos. Las envidiaba porque ellas solo conocían la parte inteligente y simpática de Andrés, estaban siempre arregladas cuando llegaba a verlas, y él no les notó nunca los malos humores ni el aliento en las madrugadas.
  • Citlalxochitl Gonzalezciteerde uit6 maanden geleden
    La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota.
  • Citlalxochitl Gonzalezciteerde uit6 maanden geleden
    Daba temor quererla porque algo había en su inteligencia que sugería siempre un desprecio por el sexo opuesto y sus confusiones.
  • María José Ibarraciteerde uitvorig jaar
    Yo, Isabel Arango Priede, me comprometo a vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por los abismos del amor, ni por el miedo que de éste me caiga encima, ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contrariada. Me comprometo a recordar, a conocer mis yerros, a bendecir mis arrebatos. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva, me deslumbre, me quebrante, me alegre. Larga vida prometo, larga paciencia, historias largas. Y nada abreviaré que deba sucederme, ni la pena ni el éxtasis, para que cuando sea vieja tenga como deleite la detallada historia de mis días
  • Isabel Moralesciteerde uit7 maanden geleden
    —Dile que sí, pero que ponga la casa a tu nombre —le aconsejé.

    —Pero eso va a ser imposible Catalina. No me atrevo. El ya es tan bueno conmigo, ya me da tanto —terminó y se puso roja.

    —Sobras te da —dije. Sobras dan. Nada que les duela, querida. Te adorna la alberca, pero no te la escritura. ¡Qué chiste! ¿Vas a ser una arrimada?
  • Isabel Moralesciteerde uit7 maanden geleden
    Yo no sé quién inventó que las mujeres somos felices y bellas embarazadas.

    —Seguro fueron los hombres. Ahora, hay cada mujer que hasta pone cara de satisfacción,

    —¿Qué les queda?

    —Pues siquiera el enojo. Yo mis dos embarazos los pasé furiosa. Qué milagro de la vida ni qué la fregada. Hubieras visto cómo lloré y odié mi panza de seis meses de Verania cuando se llenó de nísperos el árbol del jardín y no pude subirme a bajarlos. Todos los años era la campeona, les ganaba a mis hermanos como por tres canastas, y de repente voy entrando a casa de mis papás y veo a mis hermanos trepados en el árbol concursando sin rival. "Ya ves, hija, lo que te pierdes por argüendera" —dijo mi papá.
  • Isabel Moralesciteerde uit7 maanden geleden
    Tuve que encontrar algo negro. Cuando amaneció, mi papá había muerto.

    No me gusta hablar de eso. Creo que todos lo vimos como una traición. Hasta mi madre, que está segura de que lo encontrará en el cielo. Bárbara se encargó de organizar el funeral y todas esas cosas. Yo no me acuerdo qué hice aparte de llorar en público como nunca debió hacerlo la esposa del gobernador. Tampoco sé cómo pasaron los últimos meses de Andrés en el gobierno. Cuando me di cuenta ya vivíamos en México.
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