Carlos Fortea Gil

donde habla la parte, raras veces habla la verdad

Pero ¿cómo puede un hombre jugar a dueño y señor durante el día con una mujer ante la que se avergüenza todas las noches, que le ve desvalido y como a un ridículo fracasado?

Porque precisamente quien no es un hombre gusta inconscientemente de hacer de tal, precisamente la debilidad secreta gusta de fanfarronear con la fuerza ante la gente.

corazón frívolo, que no pregunta el precio y el valor de esos dones.

mujer mediocre, alcanza al fin la dimensión trágica y se vuelve tan grande como el destino.

pero también conoce los riesgos: su inexperiencia, su frivolidad, su carácter disperso y juguetón

finalmente acepté que sólo se la puede educar si al mismo tiempo se la entretiene

[Que otros hagan la guerra, tú, feliz Austria, cásate]