caminando por una superficie estrecha, le verás mover su cola de izquierda a derecha, como hace el funambulista con su vara cuando camina sobre una cuerda tensa.
Está en su naturaleza: al gato le encanta subirse a las alturas. Se le da bien escalar, mantener el equilibrio e incluso caerse. Sin embargo, es un poco torpe a la hora de descender. Es muy frecuente ver a los gatos jóvenes subirse a un árbol…, tanto como escucharles maullar desesperadamente cuando no consiguen volver al suelo.
A veces se llama a los bomberos en esta situación, pero cada vez son menos los que están dispuestos a intervenir. ¡Algunos gatos se quedan durante días en una rama! Poco a poco, empieza a entrarles hambre, y sobre todo sed, pero aún no se ha visto un esqueleto de gato en una rama. El gato acaba finalmente por sacar las uñas y bajar a trancas y barrancas. Para la próxima vez, quizá se lo piense dos veces antes de trepar hasta allí arriba.