Sigrid Nunez

No puedes acelerar el amor, dice la canción. No puedes acelerar el duelo tampoco.
Tengo esta idea de que él hizo lo que sus antecesores se sabe que hicieron: convencerse de que aquellos a los que dejaba atrás iban a seguir bien. Durante un tiempo estaríamos anonadados y, después, nos apenaríamos un rato y lo superaríamos, como le pasa a la gente. El mundo no se acaba, la vida siempre continúa y nosotros también seguiríamos adelante, haciendo lo que fuese que tuviésemos que hacer.
Y si eso es lo que él tiene que hacer para no sufrir, por encima de todo lo demás, el dolor de la culpa, por mí está todo bien

En «Cómo ser un flâneur», dijiste que no considerabas que un largo paseo con un perro fuese genuina flânerie porque no era lo mismo que caminar sin rumbo y ser responsable de un perro impedía a las personas entregarse a la abstracción. En estos días paso tanto tiempo paseando a Apollo que no puedo imaginarme salir simplemente a pasear sola, pero lo que me impide entregarme a la abstracción o pensar mucho es la atención que atrae Apollo.

El único animal que se suicida es también el único que llora

Te habría, te habría. Los muertos viven en el condicional, el tiempo de lo irreal, pero también está la extraordinaria sensación de que te has vuelto omnisciente, de que nada de lo que hagamos, pensemos o sintamos se te puede ocultar.

Creo que la intensidad de la compasión que sientas por un animal tiene que ver con cómo evoca en nosotros la autocompasión.

¿Qué piensan los perros cuando ven llorar a alguien? Criados para dar consuelo, nos reconfortan. Pero qué desconcertante ha de ser la infelicidad humana para ellos.

Una vez más me topo con esta famosa definición de amor: dos soledades que se protegen, se tocan mutuamente y se saludan.

La verdadera bondad humana puede ponerse en primer plano solo cuando su recipiente no tiene poder. Que se vea, entonces, cómo la raza humana trata a los que están a su merced. Y sometidos a esta prueba moral, la humanidad ha sufrido una derrota tan fundamental que todas las demás provienen de ahí.

Eso era amor. Eso era muy seguramente amor, dijo. Enseñar es amar. Y en algunos aspectos ese amor significó más para mí que el amor de mis padres,

Pero yo quiero estar aquí, dije. Y al decirlo me di cuenta de que era absolutamente cierto. Nada podría haberme apartado de allí.