Lauren Beukes

Traverse City es un sitio agradable.
Solo había visto lo que se atisbaba desde la camioneta, la noche cerniéndose con todo su peso sobre las calles vacías. Ese es el instante en que las fronteras entre mundos son más porosas y cosas sobrenaturales se cuelan en las cabezas de la gente y se mueven más a su antojo

Él asintió mientras trataba de recordar cómo se fingía la alegría, los músculos faciales concretos que entraban en juego

Todos vivimos tres versiones de nosotros mismos; una vida pública, una vida privada y una vida secreta.

Pero en contextos distintos somos cosas distintas para gente distinta

no puede ver que la mayoría de la gente dosifica su felicidad como si fuese algo que se les puede acabar

Shakespeare no hubiese dado en el clavo en esta época. No es el mundo lo que es un escenario: lo son las redes sociales, donde una trata de representar su espectáculo. El resto de la vida son ensayos, preparativos con vistas a ser fabulosa en internet

Es increíble cómo cambia la gente cuando se pone un disfraz..., pero imagina que esa es la clave de los uniformes militares.

El negro es el color de la democracia perfecta. Todos los colores unidos en uno

—Entonces mete la marcha, Layla. Te quiero.
Son dos palabras cargadas de mucho sentido. Porque lo que quiere decirle con ellas es: Lo siento. Siento haber estado ocupada y siento tener que entrar y tal vez no volver a verte; no te digo lo orgullosa que estoy de ti tan a menudo como debería, aunque hagas gilipolleces, porque las haces por buenas razones y eso es raro y demuestra valor; vas a crecer y a convertirte en una buena mujer, no cometerás los mismos estúpidos errores que yo, cometerás los tuyos, pero con suerte solo para ponerte en el buen camino; el mundo es mucho más fantástico y rico porque existes tú, cariño.

—Claro que sabemos que está pasando, capullo. Tú eres el que no sabe que está pasando —le espeta el Thor anoréxico.