Antonyo Benyeto

También yo amo la noche o, como dijo Rilke, yo creo en las noches. Soy –fatalmente– hija de la noche así como tú eres un hijo de la noche.

Antonio,

no sé cómo empezar estas líneas, pero sí sé que necesito escribirte, porque vos y yo estamos más cerca que nunca. El triángulo se ha cortado –pero solo físicamente. El 26 de septiembre, Alejandra se suicidó. Lo dije. Ya está en blanco y negro. Estoy sola, en un país extranjero. No estuve con ella. No pude acompañarla.

debería dedicar más a otra gente o nada a nadie. Elijo lo último.

En cuanto a Cortazar y a Paz. Cortazar está sumamente politizado desde hace un tiempo. Por lo tanto, si quieres que te responda, escríbele en términos de rebelde enamorado de Cuba mezclado con algo de Rimbaud y sobre todo de Lautréamont. No me estoy burlando de Cortázar, a quien tanto quiero, pero no creo en sus dotes políticas (ni seguramente él tampoco a pesar de sus esfuerzos por engañarse).

por cierto que yo adoro con exceso las bellas impresiones y, más que nada, los buenos papeles.

Tú también te pareces a tus cartas pero tu rostro me recuerda algo olvidado de mi infancia.

Tengo más cosas que decirte pero no son urgentes y son las 5 del alba, hora en que las poetas buenas y correctas y sensatas tienen mucho sueño. Gracias de nuevo por el artículo sobre Molina y tú. Bien tuya

Alejandra

También yo amo la noche o, como dijo Rilke, yo creo en las noches. Soy –fatalmente– hija de la noche así como tú eres un hijo de la noche.

Tus palabras que hacen referencia a “saber cosas tuyas” me conmueven por la amistad que implican. También, por un texto de Hölderlin donde se habla de “decirse los unos a los otros acerca de sí mismos” pues “para eso sirve el lenguaje”. Ahora bien: no puedo decir “acerca de mí misma” demasiado, al menos no ahora. Vengo de algunos sucesos que dividen la vida en algo a modo de etapas. El principal sería mi separación definitiva de alguien que significó, durante dos años, mi vínculo afectivo más intenso. En nombre de este vínculo rechacé hace unos meses al pasar unos días por París, a otra persona a quién había querido. En fin, de algún modo es “natural” que sea así dado que “yo y vos y Jorge Guillermo Federico Hegel” (sic Borges) somos gente complicada o, más exactamente, laberíntica

Lo mejor, o lo peor, es que mi asma es exclusivamente de origen “psíquico”, según mi viejo amigo el presidente de la sociedad de psicoanálisis de esta ciudad. Por lo tanto, lo sentí como una traición de mí dirigida a mí