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Marina Yuszczuk

La sed

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  • Laura Sánchezciteerde uit4 jaar geleden
    La oscuridad es absoluta. Tan negra que nombrarla está de más, que tener párpados es indistinto. A los muertos les cierran los ojos pero es una precaución que suaviza el horror de los vivos; por lo demás, acá adentro no hay nada para ver, acá no hay nada
  • Rocío Toledociteerde uit2 jaar geleden
    Pero la certeza de la muerte está presente en todos y nadie la nombra, eso me enferma.
  • Rocío Toledociteerde uit2 jaar geleden
    La oscuridad es absoluta. Tan negra que nombrarla está de más, que tener párpados es indistinto. A los muertos les cierran los ojos pero es una precaución que suaviza el horror de los vivos
  • Rocío Toledociteerde uit2 jaar geleden
    El pasado se me aparecía como un dibujo iluminado por las llamas. No quería verlo: la persecución, la sed. Los gritos.
  • Alejandra Arévalociteerde uit3 jaar geleden
    No importa qué hagamos o cuánto luchemos, esto termina acá, en el cementerio.
  • Alejandra Arévalociteerde uit3 jaar geleden
    Los pobres intentaban escapar de la ciudad en tren o en barco; los ricos desaparecieron de la vista, refugiados en el campo. Se fueron, no solo para no morir, sino para no ver.

    Como encerrarte en tu rancho durante pandemia

  • Tann Zavalaciteerde uit3 jaar geleden
    Hace muchos años la misma peste se hubiera representado así, como un ángel oscuro recortado contra un cielo de ceniza.
  • Sofia Iturraldeciteerde uit6 dagen geleden
    entre las caras de los extraños aparece una que me llama la atención, porque me está mirando. En realidad no aparece, me doy cuenta de que ya estaba ahí, inmóvil en medio de la gente que la esquiva y trata de alcanzar la salida.

    Alguien la mira

  • Sofia Iturraldeciteerde uit6 dagen geleden
    cielo sigue compacto y nublado pero no va a llover, es solo un manto cada vez más espeso que lo cubre todo.

    Cielo. La atmósfera se oscurece

  • Lunaciteerde uit7 dagen geleden
    Buenos Aires tenía olor a agua podrida, a cadáveres expuestos al sol; los patios de las familias ricas y las plazas se llenaban con toda clase de plantas que perfumaran el aire y fingieran otra cosa, pero toda la ciudad era un gran cementerio de putrefacción. Un cementerio melancólico, además, porque sus habitantes apenas podían olvidarse de los escasos resultados de esa lucha incesante contra la decadencia.
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