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Franco Nembrini

El arte de educar

  • juan diego esquivias padillaciteerde uit7 maanden geleden
    el concepto de “mérito”, el concepto católico y cristiano de mérito. El que haya visto la película de la RAI sobre san Agustín46 se habrá percatado de lo que, para Agustín, representó su madre, Mónica. Ese hijo fue realmente un pecador pero llegó a ser santo. Me conmueve esta historia porque es la de muchos padres que me voy encontrando por Italia y por el mundo. Sobre todo madres, porque las madres lo tienen más dentro, las mujeres nos lo enseñan mejor: la conciencia de que yo doy la vida por mis hijos, entrego la vida por mis alumnos y, después, que sea lo que Dios quiera. Pero manteniendo la certeza última, incluso ante el aparente fracaso, de que el ofrecimiento de mi vida a Dios «vale» porque los méritos de su Hijo han salvado a la humanidad entera. Del mismo modo, mi sacrificio de hoy puede obtener de Dios, por intercesión de la Virgen, la salvación de mi hijo.
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit7 maanden geleden
    El padre le deja irse, permitiendo que el hijo asuma hasta el fondo el riesgo de su libertad. Tendemos a entender mal esta parábola porque sabemos de antemano que termina bien, ¡que el hijo vuelve! Sin embargo, imaginad lo dramático que debió ser. ¡
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit8 maanden geleden
    uso del tiempo libre
    La tercera y última condición es el uso de tiempo libre. «Una educación incapaz de fascinar al joven en su tiempo libre es ciertamente pobre y humanamente inadecuada»41. No se puede hacer como en algunas catequesis, donde el problema del tiempo libre se aborda proponiendo a los jóvenes que se porten bien, que no hagan ciertas cosas…
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit9 maanden geleden
    Esto abre otra cuestión interesantísima: esta apertura al bien, a los grandes testimonios de nuestro tiempo, esta forma de elegir libros, de leer periódicos y de encender y apagar la televisión es un modo de ser que implica una decisión del adulto. De esta manera, respondo a una pregunta que se me suele hacer al final de estos encuentros: ¿pero si es así, quién educará a los adultos? ¿Quién te educa a ti? ¿Qué te conmueve, qué te educa, qué quiere decir para un padre, para una madre, para un profesor tener siempre en el rabillo del ojo la verdad, el bien y la belleza? ¿Qué quiere decir que lo que te mueve a lo largo de la jornada es la adhesión a la belleza de la realidad, a lo que hace de la vida algo grande? ¿Tú a qué miras, a quién sigues? No se educa, si no se es educado constantemente. El educador es, ante todo, alguien que se deja educar. «Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, sea objeto de vuestros pensamientos», escribe san Pablo (Fil 4, 8). Que sea esto el objeto de nuestros pensamientos, para que lo pueda ser también de vuestros hijos.
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit9 maanden geleden
    si tenemos que llevar a cabo esta lucha día a día, en cada conversación, en cada asunto, frente a cada artículo de periódico, en fin, si hay que librar esta batalla todos los días, tener al colegio como aliado es muy distinto que tenerlo como adversario. Por eso, ¡qué maravilla es poder contar con un colegio así! Esta lucha no puede ser cosa de caballeros andantes contra molinos de viento, los hijos tienen que ver que la propuesta que se les hace la comparten muchas personas; y de aquí nace una nueva forma de crear hogar, de abrirlo a todas las posibles amistades y presencias, de salir a ver todo lo bueno, el bien y la grandeza que hay en el mundo
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit9 maanden geleden
    Mi hijo Andrea, cuando estaba en el 2º curso del Liceo, con 15 años, nos preguntó a mi mujer y a mí: «Pero papá, ¿nos estás educando como gente normal? Porque me enseñas ciertas cosas, que yo me creo, e incluso me convences, me gusta este tipo de vida que hacemos, con mamá, con mis hermanos, pero el mundo va hacia otro lado.
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit9 maanden geleden
    La pregunta del educador no puede ser: «¿Qué tiene de malo?», sino: «¿Qué tiene de bueno?».
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit9 maanden geleden
    En el origen de esta situación hay una cuestión muy grave: a menudo, el ambiente, el aire que respiran nuestros hijos, aparentemente tan universal y abierto a la realidad, es venenoso porque está repleto de imágenes falsas y artificiales. Las cabezas de nuestros chavales están llenas de imágenes —tomadas de películas, telenovelas, dibujos animados—, cuyos protagonistas se caracterizan por tener algo extraordinario, excepcional. Ya sean héroes positivos o negativos, Superman o el cantante, la estrella del cine o la guapa de turno. Pensad qué consecuencias acarrea para nuestros hijos haber crecido desde que tenían tres, cuatro o cinco años bombardeados por estas imágenes: el resultado es que con quince años ya no soportan lo ordinario. Lo que les toca vivir, el pueblo, la familia, los cuatro amigos del bar, el insoportable colegio, los libros que tienen que leer o estudiar les parecen cosas totalmente banales, vacías, indignas de ser vividas.
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit9 maanden geleden
    «La primera condición para que el adolescente pueda verificar su hipótesis es que se le ayude a comprometerse con sus ideas en su ambiente. Nada más venenoso, debilitante y a la larga exasperante para un adolescente que el no sentirse humanamente ayudado a afrontar el ambiente con la necesaria claridad y decisión»34.
  • juan diego esquivias padillaciteerde uit10 maanden geleden
    Lo que llamamos «crisis de la adolescencia» es lo más bonito y saludable que puede pasar, corresponde a aquello por lo que Jesús dijo «si no sois como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos», es decir, si no “estáis en crisis” toda la vida, en este sentido positivo, con esta exigencia incesante de que el Misterio de la vida se haga presente, si no estáis repletos de preguntas, de apertura y de tensión en la vida, no entraréis en el Reino de los Cielos y, por tanto, no participaréis en la verdad de las cosas
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