El hombre prehistórico es también una mujer

En muchos mitos africanos, oceánicos y amerindios, las mujeres eran al principio dueñas de los bienes(92) y de los rituales, y fueron desposeídas por los hombres[274] porque esta gobernanza femenina conducía al desastre. La referencia a un matriarcado original solo habría servido para justificar la dominación masculina.

la filosofía de la Ilustración proclama la creencia en valores humanos universales, en realidad son muchas las categorías de individuos que quedan excluidos de estos valores: los no-blancos, los no-cristianos, los no-aristócratas o burgueses y, por supuesto, las mujeres.

la escisión es negar el goce de las mujeres en el sentido más físico del término. [...] Si se impide a las mujeres gozar, tener un orgasmo, se les impide también gozar del mundo, gozar en el sentido civil, del derecho de propiedad. Si las mujeres son en sí mismas una propiedad, no pueden ser propietarias. Lo que hay que pedir hoy es la igualdad sobre la soberanía del propio cuerpo. Si esta no se les reconoce, de nada sirve reconocerles el resto

La moraleja de la historia que aparece al final de ese cuento —«A aquellos a quienes favorece la fortuna encuentran la buena suerte incluso en sus sueños»— da a entender que las agresiones sexuales son una «bendición» y, por tanto, pueden perpetrarse impunemente.

La prehistoria es una ciencia joven, que nace a mediados del siglo XIX. Es probable que los roles desempeñados por los dos sexos, descritos en los primeros textos de esa nueva disciplina, tengan más que ver con la realidad de la época que con la del tiempo de las cavernas. Es justo el momento en que las teorías médicas se combinan con los textos religiosos.

La mujer no es por «naturaleza» ese otro al que se puede poseer. Si sociedades y culturas han forzado a las mujeres durante siglos a entrar en el molde reductor de los roles que les han destinado, es hora ya de pensar en una complementariedad entre los dos sexos y no en un dominio de uno sobre el otro. El patriarcado ha de sustituirse por otro sistema, que debemos construir juntos.

Las mujeres no son ni inferiores ni están subordinadas por «naturaleza», como durante tanto tiempo se nos ha querido hacer creer.

Ahora bien, la diferencia entre los hombres y las mujeres no está inscrita en nuestros genes. El care es una capacidad compartida por todos, los niños deben aprender a recuperar esta actitud. Hay que desprenderse del patriarcado psicológico para acabar con el patriarcado.

Actualmente, las mujeres toman cada vez más el control de su cuerpo y denuncian los sistemas de dominación. La onda expansiva #MeToo muestra que las cosas evolucionan, a veces más rápido de lo que se esperaba.

El sexo de la mujer no es ni tabú ni vergonzoso, e ignorar el clítoris es negar la existencia del placer femenino.