Eduardo A. Sacheri

Esperandolo A Tito Y Otros Cuentos De Futbol

Meld me wanneer het boek is toegevoegd
Dit boek lezen upload een EPUB- of FB2-bestand naar Bookmate. Hoe kan ik een boek uploaden?
  • kOnItOciteerde uit7 jaar geleden
    Uno no puede andar por la vida reprobando a sus rivales y disculpando a sus amigos por el sólo hecho de serlo.
  • violetabasvciteerde uit6 jaar geleden
    Supongo que ésos son los recuerdos que se le meten a uno en los recovecos del corazón, y echan cría y se nutren de su propio néctar, y nos marcan para toda la vida
  • Irisciteerde uit6 jaar geleden
    ¿Cómo qué promesa, pibe? La que me impuso ella, con el dedito levantado y los ojos echándole chispas: "Yo le digo a papá que le guste o no le guste nos casamos igual. Pero vos juráme que nunca; pero nunca, nunca, volvés a gritar un gol de Morón contra Chicago"
  • Irisciteerde uit6 jaar geleden
    Para ellos este milagro es el primero. Al fin y al cabo, ellos no vivieron aquel partido de epopeya. Y no le dieron la vuelta olímpica al Estudiantil en cancha de ellos, con el gol tuyo de chilena.
  • Irisciteerde uit6 jaar geleden
    Enseguida se volvió hacia el alambrado y buscó al que lo había increpado, como diciendo a ver qué pavada decís ahora. El Gordo no perdió tiempo.
    —¡Por fin, muerto! ¡Por fin diste un pase como la gente, finadito!
  • Andrea Hernándezciteerde uit6 jaar geleden
    Creo que nos pasamos la vida pasando de un estado de ánimo al otro: de la idiotez apasionada al desengaño razonable. Supongo que volverse viejo es quedarse inmóvil para siempre en este segundo momento.
  • Andrea Hernándezciteerde uit6 jaar geleden
    Si somos tan pocos que ni memoria tenemos, porque los viejos se mueren y los jóvenes se van.
  • Andrea Hernándezciteerde uit6 jaar geleden
    yo te hice caso, porque en la penumbra de la pieza te vi los ojos, llenos de bronca y de rencor, llenos de una furia ciega. Y me quedé tranquilo
  • Andrea Hernándezciteerde uit6 jaar geleden
    Me encontré diciéndote que sí, que te quedaras tranquilo. Y no por llevarte la corriente, nada de eso. Era como si tu voz hubiese llevado algo adherido, como un perfume a cosa verdadera que apaciguaba al destino y era capaz de enderezarlo.
  • Andrea Hernándezciteerde uit6 jaar geleden
    Parece mentira cómo a veces el hombre sucumbe a su propia pequeñez: si
fb2epub
Sleep je bestanden hiernaartoe (maximaal 5 per keer)