Un reino de carne y fuego

Eres una criaturita absolutamente asombrosa y violenta

Arqueé la espalda, aferrada a las sábanas que vestían la cama.

Sus labios se movían contra mí, su lengua dentro de mí

Me agarró las caderas con ambas manos, me levantó y entonces su boca estaba sobre mí, haciéndome olvidar todas las preguntas, los nervios, el pánico.

—Tienes que soltarme, cariño. Tienes que esconderte, Poppy.

Ellos, y solo ellos, me habían conocido como Hawke —dijo—. Hasta que apareciste tú.

Haz que me sienta incompetente y mata a más Demonios que yo, princesa.

—¿Eso era todo lo que planeabas llevar para escapar? ¿Solo algo de ropa? ¿Nada más? ¿Ni comida ni agua?

—No podía arriesgarme a que me pillaran hurgando en la despensa, ¿no crees?

—Entonces, ¿cuándo es la boda? —preguntó uno de los hombres de la mesa.

Nadie te habla o habla de ti de ese modo y vive para contarlo.