Y ahí, apenas treinta minutos después de comprometerse, de hacerse, como quien dice, novios-novios, comienza la ruptura, reconocida y explicitada por ambos –tenían que dejarlo–, aunque a la ruptura aún le quedan cuatro años por delante para ir configurándose, para ir creciendo, para asentarse. Cuatro años después de este día que celebrarán cuatro veces en el mismo restaurante al que han ido hoy –que no tiene nada de especial, salvo que se dio que ahí se hicieron novios–