Canto a mí mismo

Ningún tiempo es tan grande para mí como este minuto de hora que me viene al través de millones de siglos.

Me gusta oír el escándalo de mi voz, forjando palabras que se pierden en los remolinos del viento.

Aquí tienes pan, come,
y leche, bebe.
Pero después que hayas dormido y renovado tus vestidos, te besaré, te diré adiós y te abriré la puerta para que salgas de nuevo.

Sí, me contradigo. Y ¿qué?

(Yo soy inmenso…

y contengo multitudes

Y por blando que sea un objeto, puede ser un día el eje en que descanse la rueda del universo.

Y digo a todos los hombres y mujeres: Serenad vuestro espíritu frente a los universos infinitos.

Yo soy una infinidad de cosas ya cumplidas

y una inmensidad de cosas por cumplir.

Con mis pies huello los picos de las estrellas,

cada paso mío es una ristra de edades

y entre cada paso voy dejando manojos de milenios…

Todas las fuerzas del universo

han trabajado sin descanso y obedientes para completarme y deleitarme…

Y ahora estoy aquí, ¡miradme!

en este sitio,

con mi alma robusta y vigorosa.

El que llena su período

y ocupa su lugar

es tan grande como cualquiera.

¿Han sido los hombres envidiosos y criminales contigo?

Pues lo siento mucho,

conmigo han sido siempre bondadosos.

Y yo no soy un registrador de lamentos.

(¿Qué tengo que ver con los lamentos?)

Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos

ni tomarás las cosas de mis manos.

Tendrás entonces todo cuanto hay de grande en la Tierra y en el Sol,