El reino de los malditos

Si no puedo doblegar la voluntad del cielo,
moveré el infierno.

Si no puedo doblegar la voluntad del cielo,
moveré el infierno.

Si no puedo doblegar la voluntad del cielo,

moveré el infierno.

La Eneida, Virgilio

—¡Bah! Es demasiado joven para preocuparse por el matrimonio. Y no es siciliano.

. El amor de una abuela era una magia poderosa.

Una noche decidieron ser valientes.

Decidió que era mejor recordarles por qué deberían tener cuidado con las criaturas hermosas que carecían de alma.

Para consternación de Nonna, Vittoria no parecía tan asustada como debería. La idea de vagar por un cementerio bajo la luz de la luna llena y una tormenta furiosa parecía atractiva a ojos de la niña.

Nonna temía que romantizaran demasiado a los demonios.

A lo lejos, las olas chocaban contra la orilla; los susurros frenéticos del agua se oían cada vez con más fuerza, como si el mar fuera un mago invocando violencia