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Elena Ferrante

La niña perdida

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  • Adriana Nievesciteerde uit4 jaar geleden
    Para escribir hay que desear que algo te sobreviva. Yo ni siquiera tengo ganas de vivir, nunca las he tenido tan fuertes como tú. Si pudiera borrarme ahora, mientras hablamos, estaría más que contenta. Como para ponerme a escribir estoy
  • Adriana Nievesciteerde uit4 jaar geleden
    Eran años complicados. El orden del mundo en el que habíamos crecido se estaba disolviendo. Las antiguas competencias debidas al estudio prolongado y a la ciencia de la justa línea política de pronto parecían una forma insensata de emplear el tiempo. Anarquista, marxista, gramsciano, comunista, leninista, trotskista, maoísta, obrerista se estaban convirtiendo a toda velocidad en etiquetas tardías, o, algo peor, en una marca de bestialidad. La explotación del hombre por el hombre y la lógica del máximo beneficio, antes consideradas una abominación, volvían a ser en todas partes las bases de la libertad y la democracia
  • Adriana Nievesciteerde uit4 jaar geleden
    me afanaba día y noche para sentirme presente, para no dejarme marginar, para luchar contra quien me consideraba una mujercita entrometida sin talento: perseguidores —murmuré— cuyo único fin es hacerme perder público, pero no lo hacen movidos a saber por qué motivos elevados, sino más bien por el gusto de impedirme mejorar, o de reservarse para ellos o para sus protegidos un poder miserable y perjudicarme.
  • Adriana Nievesciteerde uit4 jaar geleden
    Nino amaba a las mujeres, sin duda, pero por encima de todo cultivaba las relaciones útiles. Sin la red de poder que había tejido desde jovencito, el producto de su inteligencia jamás habría tenido por sí solo la energía suficiente para imponerse.
  • Adriana Nievesciteerde uit4 jaar geleden
    Hay momentos en que aquello que colocamos a los lados de nuestra vida y que parece que le servirá de marco eterno —un imperio, un partido político, una fe, un monumento, o también simplemente las personas que forman parte de nuestra cotidianidad— se desmorona de un modo por completo inesperado, en el preciso instante en que otras mil cosas nos apremian. Así fue esa época. Día tras día, mes tras mes, a una fatiga se sumó otra, a un estremecimiento se sumó otro.
  • Adriana Nievesciteerde uit4 jaar geleden
    poco a poco redescubrí una aptitud de la que había dado muestra años antes con mi libro anterior: me salía espontáneamente transformar pequeños acontecimientos privados en reflexión pública. Todas las noches improvisaba con éxito partiendo de mi experiencia. Hablaba del mundo del que provenía, de la miseria y la degradación, de las furias masculinas y femeninas, de Carmen, del vínculo con su hermano, de su justificación de actos violentos que, seguramente, ella jamás habría cometido. Hablé de cómo desde que era niña había observado en mi madre y en las otras mujeres los aspectos más humillantes de la vida familiar, de la maternidad, de la sumisión a los varones.
  • Angélica Hernández Moralesciteerde uit4 jaar geleden
    Mi vida entera quedaría apenas reducida a una batalla mezquina por cambiar de clase social.
  • Nat Morenociteerde uit4 jaar geleden
    Él era el descubrimiento de la excitación, era el fondo del vientre que se enardecía, que se abría, que se fundía liberando una candente languidez.
  • lectorairidiscenteciteerde uit3 maanden geleden
    Cuidado con transformarnos en policías de nosotras mismas
  • Denys Mirandaciteerde uit8 maanden geleden
    No se sale de casa, insistió mi amiga jadeando, ahí fuera hay peligro, ahí fuera te mueres. Las obligó a quedarse en casa durante días, hasta que yo volviera.

    A mi regreso, Dede me contó todo el episodio, y como era honesta por principio, me refirió también su réplica. Quise hacerle entender que había dicho unas palabras terribles, la regañé con dureza: te advertí que no debías hacerlo.
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