Teoría de la creación en el arte

Visto así, la creación dependerá de una idea germinal –una creencia-fuerza que es emoción seguida de un impulso– dando pie a alguna cosa: otra idea, otro proceso, su producto.

Una idea es un contenido mental, una intuición en el sentido kantiano, bastante diferente de un concepto. Conservemos, pues, esta «idea» a condición de ver en ella un signo mental dinámico cuyo desarrollo tiene la función de hallar un referente para manifestarse con sentido a la conciencia.

Primero, la idea germinal se desarrolla en la evolución con una regularidad a veces rigurosa, pero sui generis, propia del sujeto creador. Segundo, cuando dicha evolución se debilita o pierde su lógica, la idea sufre una transformación aunque persista hasta el final. Y, tercero, el sistema acusa una mayor fragilidad en la desviación y algunos de los elementos se desarrollan mucho más que otros, a los que excluyen. El proceso llega así a su final. Mientras tanto, ha dado lugar a partes parasitarias, de modo que lo obtenido difiere de la primera idea… Es claro que la opinión de Paulhan es que toda invención importante sufre desviaciones (ibid.: 174 s.)

echar mano de un instrumento teórico que consiste en lo que llama un «cambio» en el proceso, atribuyéndole tres posibilidades debido a su variabilidad: evolución, transformación o desviación.

Si su evolución es un definirse paulatino a lo largo del trabajo, no es posible afirmar que la idea en la invención se presente espontáneamente, sin preparación previa y de una vez por todas, sino como una «serie de pequeñas invenciones, más o menos sistematizadas, que dependen una de otra». Queda así evitada toda definición

Falible como es, en la pesquisa abductiva lo que cuenta es la imaginación (el yo), aquella libertad de la inteligencia que tanto había reclamado Nietzsche.

Sólo cuando el deseo de objetividad científica reemplaza a una imaginación que actúa a tientas, pasamos al método, adoptamos un procedimiento, inductivo con mayor frecuencia.

Crear en el campo estético no supone tanto un objetivo cuanto una manera particular de hacer, no es tanto una meta por alcanzar cuanto un proceso por desarrollar.

Se entiende, pues, que la investigación abductiva, inmersa en un relativo azar, sea inversamente proporcional a la lógica deductiva, regida por leyes.

Es claro que el resultado no es tanto la fijación de un gesto ajeno al pensamiento cuanto la repetición de un signo, una imagen que lejos de ser espontánea por veloz, no es la deseada espontaneidad: la significa. El gesto en Mathieu se ha hecho espasmo, se ha convertido en tic. Su estilo es el signo de una intención de estilizar.