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Rubén Jaramillo Vélez

Modernidad, nihilismo y utopía

  • Jesus Figueroa Ramirezciteerde uit3 jaar geleden
    Según me parece, en este fragmento nos encontramos ya con el asunto: las consecuencias de la muerte de Dios, la irrupción del nihilismo. Contrasta la actitud de quienes se burlan del orate, característica de una actitud que correspondería al “ateísmo vulgar”, superficial, que no reflexiona sobre la significación profunda de tal acontecimiento, con la de este mismo. Somos nosotros, los hombre modernos, quienes hemos asesinado a Dios, somos nosotros quienes, al desplegar la voluntad de poder que, como lo escribían Marx y Engels ya en 1847, ha transformando el mundo en un inmenso depósito de materias primas y mercancías, lo hemos despojado de toda trascendencia, de toda sustancia divina, de todo eco y todo rastro de un más allá. Como ha escrito Heidegger en su ensayo La sentencia de Nietzsche: Dios ha muerto, elaborado a partir de una serie de charlas en 1943 y publicado apenas en 1950 en el libro Holzwege (que se tradujo al español con el título Sendas perdidas), lo que este piensa de Dios es que él vale como “protoconcepto de lo suprasensible”, es decir, de ese Topos uranos, de ese mundo ideal en que había pensado Platón. Y por ello el acontecimiento de la muerte de Dios es algo que afecta de raíz el sentido de nuestra vida

    El cristianismo servía como sustento metafísico de la civilización occidental, al caer cae con sigo toda concepcion del mundo más allá de un simple conjunto de materias primas y sustancias utilizables para producir o cualquier otro objetivo, se pierde el sentido y razón de ser.

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