Las canciones de los boliches

Saludo a una vecina

Las canciones de los boliches

Presos del lenguaje,
hay algo germinando por otro canal,
por más que en el fondo te guste pensar
que todo esto es una gran mentira
y que el amor no es más
que dos colectivos de la misma línea
haciendo todo lo posible para quedar a la par
los dos minutos que dura el semáforo.

Pero, sobre todo,
soy eso en lo que vas a pensar
una sola vez en tu vida
y esa vez ya pasó.

quedar a la par
los dos minutos que dura el semáforo.

Enero en la ciudad

Repetitivo como el ventilador de techo
pasa enero por la ciudad.
Hace días que el cielo amenaza con llover
y yo con cambiar de ánimo,
pero todo sigue igual.
No hace mucho,
durante las fiestas,
todos proyectábamos una vida mejor
y brindábamos por eso.
Mientras me pregunto si somos cínicos
o solo nos falta voluntad,
salgo al balcón con la intención de ver
el momento exacto en el que el viento
marque un punto y aparte

Oportunidad

Puedo ser:
- la palabra que queda justo
al lado de las resaltadas;
- la canción del disco
que no escuchás con atención;
- la frase que tapó el colectivo
arrancando por la avenida;
- el viento que choca de forma insistente
contra la pared sin ventanas de tu edificio.
Pero, sobre todo,
soy eso en lo que vas a pensar
una sola vez en tu vida
y esa vez ya pasó

Supermercado chino

Por las noches,
el supermercado chino
ilumina a toda la cuadra
y en un ataque de narcisismo
me gusta pensar
que ese brillo constante
solo existe para que yo
pueda ir a revolver las góndolas
de lo que nunca nos dijimos

Saludo a una vecina

Son las seis de la tarde
y recién salgo a la calle en todo el día.
Una vecina me mira a los ojos
y pone cara de desconfianza;
yo la saludo y no digo nada.
No le pienso contar
que desde las ocho de la mañana
estoy delante de una computadora trabajando,
que apenas paré para almorzar
y que me deben más de un mes de sueldo.
Tampoco le voy a decir
que mis ojos rojos
también son porque lloré un poco
por todo eso.

Feliz cumpleaños

Está bien que nos riamos de tu mamá
y de la estampita de San Cayetano
pegada en la ventana de la cocina,
pero tengo que confesar
que vos fuiste uno de mis tres deseos
mientras me cantaban el feliz cumpleaños