Que hable Casandra

De dónde procedían esa duda y ese apocamiento? ¿Por qué cuestionaba mi valía básica como ser humano? ¿Por qué menospreciaba mis intereses, perspectivas y derechos? ¿Por qué me avergonzaba de mi cuerpo? No lo sabía.

No confiaba en mí. Bueno, a veces sí. A veces expresaba mi verdad, pero en el fondo siempre acechaban la falta de seguridad y una vaga sensación de vergüenza

La historia no es lo que ocurrió. Es quien la cuenta

«soñar un poco antes de pensar», como decía Toni Morrison—

Da igual dónde trabajes, a qué te dediques, dónde vivas. Las mujeres saben algo que el mundo necesita con urgencia. Lo sabemos en lo más profundo de nuestro ser. Lo hemos sabido siempre.»

La humanidad ha llegado al final de una era larga, desequilibrada, que empezó hace miles de años, que ha sido tan creativa como destructiva, pero que ha agotado su curso y se está escapando con nuestro futuro entre las manos

Cuando las historias que han mantenido unida una cultura pierden potencia, los pilares que la sostienen comienzan a desmoronarse, pero surgen otros nuevos.

Cuando ocupes posiciones de confianza y poder, sueña un poco antes de pensar.

Era una princesa troyana a la que los dioses le habían concedido el don de la profecía, pero a la que también habían maldecido: nadie creería en sus predicciones. Nadie la tomó en serio ni siquiera cuando estalló la guerra sobre la que les había advertido