Tener conciencia de la naturaleza arbórea de un texto también puede contribuir a comprender uno de los pocos recursos disponibles en la prosa no técnica para marcar de un modo visual la estructura del discurso: los saltos de párrafo. Muchas guías de escritura proporcionan instrucciones detalladas sobre cómo organizar un párrafo. Pero las instrucciones son por fuerza erróneas, ya que no existe nada concreto que pueda denominarse párrafo. Es decir, no existe nada en un esquema, ni una rama de un árbol organizativo, ni una unidad de discurso que pueda decirse que se corresponde lógicamente con un bloque de texto delimitado por un blanco o por un punto y aparte. Lo que existe es precisamente el punto y aparte: una marca visual que permite al lector una pausa, tomar aire, asimilar lo que ha leído y, finalmente, encontrar ese lugar en la página.