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Boeken
Dorian Lynskey

33 revoluciones por minuto

Una historia detallada de la canción protesta, uno de los géneros musicales que mejor han definido el siglo XX. Para Lynskey, la obra fundacional de este género es “Strange Fruit” que Billie Holiday interpretó por primera vez en 1939. En esa canción se reunían la calidad musical y la denuncia de una situación ignominiosa. Es importante insistir en esa reunión de calidad musical y denuncia porque éste es el criterio que rige este libro por encima de otras consideraciones. Pete Seegen, Joan Baez o Bob Dylan fueron pioneros de una carrera en la que los relevarían REM, U2 o Springsteen. Porque, al llegar a cierto punto, música popular y denuncia parecen indisociables. Lynskey se ocupa de esta relación describiendo los movimientos sociales que se apoyaron en la música para difundir su mensaje
962 afgedrukte pagina’s
Auteursrechteigenaar
Bookwire
Oorspronkelijke uitgave
2015
Jaar van uitgave
2015
Uitgeverij
MALPASO
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Citaten

  • Victor Avilés Velazquezciteerde uit9 uur geleden
    Todo eso cambió el 14 de abril de 1935, el día en que la gran tormenta de arena asoló Pampa, oscureciendo la atmósfera, que se volvió fría y seca. «Se veía todo negro hasta el suelo —recordaba Mary Jo, la hermana de Woody—. La gente decía “es el fin del mundo”.» No había llovido en cuatro años; las granjas estaban en condiciones pésimas y el boom del petróleo había terminado. Un periodista bautizó memorablemente aquella región entre Texas y Oklahoma como The Dust Bowl [el cuenco de polvo], y a los cientos de emigrantes que huyeron de sus llanos estériles ante la promesa de trabajo y libertad en California se los denominó okies. Woody, que ya había empezado a escribir canciones, tenía por fin algo en lo que hincar su diente creativo.
  • Victor Avilés Velazquezciteerde uit9 uur geleden
    «Canta las canciones de un pueblo y sospecho que, en cierto modo, él es ese pueblo —aseveraba John Steinbeck en su introducción a Hard Hitting Songs—. De voz áspera y nasal, con la guitarra colgando como una palanca sobre una llanta oxidada, nada en él resulta dulce y las canciones que canta tampoco lo son, pero hay algo más importante para los que lo escuchan: la voluntad de un pueblo para aguantar y luchar contra la opresión. Creo que eso es lo que se llama el espíritu norteamericano.»

    En Guthrie
  • Victor Avilés Velazquezciteerde uit9 uur geleden
    Más allá de las interpretaciones de Holiday, «Strange Fruit» viajó como un refugiado político en busca de amparo. Los progresistas, tanto negros como blancos, la apreciaban. Las emisoras de radio la prohibieron o la ignoraron. Resulta interesante cuán a menudo los testigos de su interpretación describen la canción en términos físicos, como si se tratara de un asalto. La actriz Billie Allen Henderson le dijo a Margolick: «De pronto siento una puñalada en el plexo solar y me veo boqueando, sin aire». El hijo de Jack Shiffman, propietario del teatro Apollo de Harlem, recordaba: «Cuando arrancaba esas últimas palabras de sus labios, no había un alma entre el público, blanco o negro, que no se sintiera como estrangulado». Y ahí está Josephson con sus entrañas ardiendo y Simone con el desgarro de las tripas. Quemar, destripar, apuñalar, estrangular: sin duda, no se trata de una canción más.

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