Otra máscara de esperanza

Tal vez el amor es ese juego de máscaras, la felicidad de persuadirse de que uno por fin se muestra como es. Así, en pleno escenario, dentro de un libreto a veces muy calculado.

Esperanza de mi tío Juan está inspirada en una enfermera heroica de los primeros días de la revolución; ella organizó la Cruz Blanca para atender a los heridos que hubieran sido abandonados por razones políticas, porque la Cruz Roja sólo quería atender a los porfiristas.

No te lo digo por sentimentalismo ni solamente por razones morales, aunque sería una estupidez no tomarlas en cuenta. Te lo digo en términos pragmáticos. Si la revolución le da la espalda a los trabajadores, empezará su declive. Pero también el tuyo: ahí empiezan tu vejez y tu muerte.

Al día siguiente Esperanza le mandó una notita que equivalía a una carcajada en su cara: ella no bailaba ni fumaba ni se ponía vestidos de seda, tampoco iba a caer redonda al primer guiño de sus ojos azules. En cambio lo invitaba a escalar una montaña, uno de los volcanes que le dan un aire indomable a la ciudad de México. Henry llegó a la cita en motocicleta y pasó las siguientes horas tratando de hacer un papel decoroso junto a aquella mujer que podía caminar sin pausa y trepar a las peñas sin un instante de inseguridad.

—Yo a Esperanza la quiero muchísimo. Aunque esté muerta la traigo conmigo. Y si en una de ésas decidió darse un tiro, seguro tuvo sus razones y yo las respeto.

—Yo quise mucho a Esperanza. Yo la vi llena de vida y de planes. Y si empezamos a decir que se mató ella sola, que le ganó la tristeza porque no veía salida, ya estamos hincándonos frente a los que quieren acabar con el movimiento.

Todo lo que haces, lo que has hecho, es hermoso y notable. Pero por favor, mañana –o aún mejor, esta misma noche– hazlo completamente distinto. Quizá se volverá aún más notable, quizá vas a destruirlo. No importa. Sólo hazlo distinto, no seas conservador, o te volverás árido y estéril…

B. TRAVEN

lo que haces, lo que has hecho, es hermoso y notable. Pero por favor, mañana –o aún mejor, esta misma noche– hazlo completamente distinto. Quizá se volverá aún más notable, quizá vas a destruirlo. No importa. Sólo hazlo distinto, no seas conservador, o te volverás árido y estéril…

B. TRAVEN

—No es teatro: es gente explotada, que se muere de hambre. Si eso ya no te conmueve y no te indigna, no mereces ocupar el puesto que tienes. No te lo digo por amor a la oratoria, que es tu especialidad. Si esto no te afecta, estás perdiendo tu inteligencia. Ya no entiendes lo que sucede. En este país hubo una revolución. Las viejas costumbres y las viejas instituciones lo estaban ahogando. Si la revolución pierde la capacidad de ampliarse para dar lugar al futuro, cava su propia tumba. Se abraza al pasado en vez de crecer.

testimonios fragmentarios, gente que decía haberlo conocido, otros juraban haber vivido los episodios narrados en las novelas, unos más describían a personajes que podrían corresponder al escritor. Según se decía, vivía escondido en la selva porque estaba leproso y sólo soportaba la presencia de mujeres indígenas a quienes había prohibido levantar la vista del suelo cuando lo visitaban; sustituía la compañía de sus semejantes con la de changos entrenados para sentarse a la mesa, traerle los periódicos y fumar.