Poesía reunida

ME IRÉ sencillamente

por calles

viento

mares

es igual para irse

cuando el cuerpo

ya no es cuerpo

y decir no dice nada

De mí crecen palabras

aéreas como lianas,

brotan ríos, germinan hogueras…

pero todo se queda aprisionado

—¡oh soledad, oh noche!

¡oh distancia!—

en esta voz sin eco.

ME IRÉ sencillamente

por calles

viento

mares

es igual para irse

cuando el cuerpo

ya no es cuerpo

y decir no dice nada

CUERPO sin cuerpo

sombra sin sombra

desprendido de ti

solo cuerpo sin luz

oscuro grito ciego

Tu cuerpo fue el sueño

que albergó mi cuerpo

EL CUERPO es una llama viva
pasión en movimiento
la noche con luna y con estrellas

EL CUERPO es una estrella fugaz
una llama encendida
que se apaga
La noche es una ala negra
que se extiende
y envuelve en su negrura

La flor es ceniza,
polvo, sueño, nada…
La noche inmensa,
y frente a la noche
la rosa, suspensa.
Evasión del espacio
y del tiempo,
¡la rosa es tan pequeña,
tan sola ante el misterio!…

Surge la angustia
ante el temor de ser
tan sólo la corteza
de un día vano

Como el mar me invadiste
y yo fui playa dócil
a la tibia caricia de tus olas;
por ti aprendí los signos del silencio
y su larga cadena de pausas recortadas,
mientras tus manos
trazaban mapas
sobre la red sumisa
de mis cabellos extendidos

Mírame aquí, frente al mar,
gritando sin gritar
esta angustia lenta,
esta oceánica tristeza
de caracol nocturno,
este dolor de ola solitaria
y este inmenso cansancio
de mástiles caídos
y remos fatigados