Stefan Zweig

Novela de ajedrez

  • Jośe Carrasco Amadorciteerde uit3 jaar geleden
    ¿no es acaso lo más fácil del mundo considerarse un gran hombre cuando no se tiene ni la menor idea de que hayan existido alguna vez un Rembrandt, un Beethoven, un Dante, un Napoleón?
  • Mali Ntziciteerde uit9 maanden geleden
    hombres dotados de una habilidad especial para el ajedrez, de una genialidad específica que combina clarividencia, paciencia y técnica en proporciones tan exactamente definidas como lo están para los matemáticos, poetas y músicos, sólo que con distinta disposición y armonía.
  • Mali Ntziciteerde uit9 maanden geleden
    Y cuánto más hubiera entusiasmado a un frenólogo tal un caso como el de Czentovic, en el que ese genio específico aparecía enquistado en una
  • Mali Ntziciteerde uit9 maanden geleden
    ¡Y cuánto más hubiera entusiasmado a un frenólogo tal un caso como el de Czentovic, en el que ese genio específico aparecía enquistado en una desidia intelectual absoluta, como una sola veta de oro entre quintales de roca estéril!
  • Mali Ntziciteerde uit9 maanden geleden
    el que ese genio específico aparecía enquistado en una
  • Mali Ntziciteerde uit9 maanden geleden
    imagen reducida del mundo, única y extravagante
  • Mali Ntziciteerde uit9 maanden geleden
    Toda mi vida me han intrigado los monomaníacos, las personas obsesionadas por una sola idea, pues cuanto más se limita uno, más se acerca por otro lado al infinito; son precisamente estos seres en apariencia fuera del mundo los que, como termitas, saben construir en su ámbito una
  • Benjamin Melgarejo Reicheltciteerde uitvorig jaar
    Lo único que me interesa y me intriga es saber de una vez por todas si lo de la celda era todavía ajedrez o ya locura, si me encontraba entonces a pocos pasos del abismo fatal o ya en otro lado: sólo eso, nada más que eso.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltciteerde uitvorig jaar
    »Todo esto parece no tener sentido, y de hecho una esquizofrenia artificial como aquélla, una escisión semejante de la conciencia, con sus peligrosos accesos de nervios, sería impensable en una persona normal en una situación normal. Pero no olvide que yo había sido arrancado violentamente del mundo de la normalidad. Era un recluso sin culpa, sometido desde hacía meses al martirio refinado de la soledad, un hombre que hacía tiempo que estaba buscando sobre qué descargar su cólera largamente acumulada. Y como no disponía de nada más que de aquel insensato juego contra mí mismo, mi cólera, mi afán de venganza, se abalanzaron fanáticamente sobre él. Algo en mi interior clamaba justicia, y dentro de mí no disponía de nadie para pelearme excepto de mi otro yo
  • Benjamin Melgarejo Reicheltciteerde uitvorig jaar
    Me vi obligado, debido a mi terrible situación, a intentar al menos asumir esta escisión interna en un yo negro y un yo blanco, para no dejarme aplastar por la nada cruel que me rodeaba.
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