Lisa Kleypas

Seducción Al Amanecer

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  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    En opinión de Kev, Cam disfrutaba demasiado del proceso del compromiso matrimonial. Algunos días antes había hecho alarde de presentarse como el representante de Kev, para negociar la dote de la prometida con Leo. Los dos mantuvieron un fingido debate sobre los méritos respectivos de novio y prometida, y cuánto debería pagar la familia del novio por el privilegio de adquirir un tesoro como Win. Ambas partes habían concluido, con gran hilaridad, que valía una fortuna encontrar una mujer que soportara a Merripen. Durante todo el tiempo Kev estuvo sentado mirándolos con el ceño fruncido, lo que pareció divertir aun más a los participantes.
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    —¿En qué estás pensando? —preguntó Merripen.
    —Me pregunto si nuestro padre tuvo hijos con su segunda esposa. Y si es así, ¿cuántos? ¿Hay hermanastros y hermanastras a los que no conocemos?
    Los ojos de Merripen se estrecharon.
    —¿Y qué importa?
    —Son nuestra familia.
    Merripen se palmeó la frente con la mano en un gesto inusualmente dramático.
    —Tenemos a los Hathaways, y tenemos más de una docena de romanís correteando por ahí afuera, aparentemente todos primos. ¿Cuántos condenados familiares más quieres?
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    —Merripen —dijo Cam con un tono tan lúcido que Kev se sintió abrumado por el alivio.
    —Sí, phral.
    —¿Estoy muerto?
    —No.
    —Debo estarlo.
    —¿Por qué? —preguntó Kev, sorprendido.
    —Porque… —Cam hizo una pausa para humedecerse los labios secos—. Porque estás sonriendo… y justo estoy viendo a mi primo Noah allí.
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    Win pasó rozándolos, caminando a grandes pasos hacia la mesita de noche. Se movía con deliberada velocidad, recogió una lámpara de aceite y una caja de cerillas de hojalata, y los llevó hacia el armario.
    —¿Qué estás haciendo? —exigió Leo, preguntándose si su hermana había perdido el juicio totalmente—. No necesita una lámpara, Win.
    Ignorándole, Win quitó la tapa de cristal y la lanzó a la cama. Hizo lo mismo con la mecha del quemador de latón, exponiendo el depósito de aceite. Sin titubear, vertió el aceite de la lámpara sobre el frente del armario. El olor acre de la parafina altamente inflamable se propagó a través del cuarto.
    —¿Has perdido el juicio? —exigió Leo, asombrado no sólo por sus acciones, sino también por su calmado proceder.
    —Tengo una caja de cerillas, Julian —dijo ella—. Dígame qué darle al señor Rohan, o incendiaré el armario.
    —No se atrevería —gritó Harrow.
    —Win —dijo Leo—, incendiarás toda la condenada casa, poco después de haber sido reconstruida. Dame la maldita caja de cerillas.
    Ella negó con la cabeza resueltamente.
    —¿Estamos iniciando un nuevo ritual de primavera? —demandó Leo—. ¿La quema-anual-de-la-mansión? Recobra la cordura, Win.
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    El único alivio en la creciente tensión de Win estaba en observar las travesuras del hurón de Beatrix, Dodger, que parecía enamorado de la señorita Marks, a pesar de… o quizá debido a… la obvia antipatía de ésta. Se arrastró hasta la institutriz intentando robar una de sus agujas de hacer punto, mientras ella le observaba con ojos velados.
    —Ni lo pienses —dijo la señorita Marks al esperanzado hurón con escalofriante calma—. O te cortaré la cola con un cuchillo de trinchar…
    Beatrix sonrió abiertamente.
    —Creía que eso sólo funcionaba con ratones ciegos, señorita Marks.
    —Surte efecto con cualquier roedor ofensivo —contestó misteriosamente la señorita Marks.
    —Los hurones no son roedores en realidad —dijo Beatrix—. Están clasificados como Mustélidos. Como las comadrejas. Así que se podría decir que el hurón es un primo lejano del ratón.
    —No es una familia con la que me interese estrechar vínculos —dijo Poppy.
    Dodger se escondió detrás del brazo del sofá y depositó una mirada de amor en la señorita Marks, quien le ignoró.
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    —¿Los Hathaways están enojados por lo que he hecho?
    —¿Quieres decir por llevarte a Win?
    —Sí.
    —La única queja que he oído fue porque tardaste demasiado.
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    Siempre había estado consumido por un miserable y anhelante amor por Win y sabiendo que nada podría resultar nunca de ello. Ahora, abrazándola, sentía algo desconocido, el florecer de un calor eufórico. Permitió que sus labios la besaran, incapaz de resistir el brillante arco de sus cejas. Se movió hasta la curva rosa de su mejilla. La punta de su nariz, tan adorable que parecía digna de un soneto entero. Amaba cada parte de ella. Se le ocurrió que aún no había besado los espacios entre los dedos de sus pies, una omisión que necesitaba desesperadamente ser corregida.
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    —No podía.
    —¿No podías qué?
    —Sentir cariño por alguien más. Tú ocupabas demasiado espacio en mi corazón.
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    Para su alivio, Merripen extendió las manos alrededor de su cabeza y desató la mordaza.
    Roja y temblorosa, Win se las arregló para dejar escapar un susurro inestable.
    —Tú… no había necesidad de utilizar eso. Me habría mantenido en silencio.
    El tono de Merripen fue grave, pero había un brillo pagano en las profundidades de sus ojos.
    —Si decido hacer algo, lo hago bien.
    —Sí. —Su garganta se cerró alrededor de un sollozo de placer cuando los dedos de él se deslizaron entre su cabello y le tocaron el cuero cabelludo—. Eso lo sé.
  • Ivanna Peñaloza Acevedociteerde uit6 jaar geleden
    —Soy yo.
    Sus labios se movieron silenciosos contra la mano de él. Kev.
    El estómago de Win se contrajo con un doloroso placer, y sus latidos palpitaron en su garganta. Pero todavía estaba enfadada con él, había acabado con él, y si había venido aquí a medianoche para hablar, estaba tristemente equivocado. Comenzó a decírselo así, pero para su sorpresa, sintió una gruesa pieza de tela descender sobre su boca, y luego se la estaba atando hábilmente tras la cabeza. En unos pocos segundos más, le había atado las muñecas por delante.
    Win estaba rígida por la sorpresa. Merripen nunca había hecho algo así. Y aun así era él; le reconocería sólo por el tacto de sus manos. ¿Qué quería? ¿Qué le pasaba por la cabeza? Su respiración era más rápida de lo normal cuando le rozaba contra el cabello. Ahora que su visión se había ajustado a la oscuridad, vio que su cara estaba dura y austera.
    Merripen arrancó el anillo de rubí de su dedo y lo colocó en la mesilla de noche. Tomándole la cabeza entre las manos, miró directamente a sus ojos desorbitados. Sólo dijo dos palabras. Pero explicaban todo lo que estaba haciendo, y todo lo que tenía intención de hacer.
    —Eres mía.
    La levantó fácilmente, echándosela sobre un poderoso hombro, y la cargó fuera de la habitación.
    Win cerró los ojos, doblándose, temblando. Suprimió unos cuantos sollozos contra la mordaza que le cubría la boca, no de infelicidad o miedo, sino de descabellado alivio. Esto no era un acto impulsivo. Esto era ritual. Era un antiguo rito de cortejo romaní, y no había nada insignificante en él. Iba a ser raptada y secuestrada.
    Al fin.
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