—No llegaste a decirme qué nombre habías elegido —intervino Max, mirándola con curiosidad.
—Ah, verás… —Alice se acomodó mejor con el niño encima—. Hubo un tiempo en que pensamos ponerle un nombre cualquiera, solo para quitarnos el problema de encima, pero al final decidimos elegir uno especial para ambos —concluyó.
—¿Cuál? —quiso saber Tina.
Alice sonrió.
—Max.
Durante unos instantes el único que se movió fue el niño, que levantó la cabeza al oír su nombre. Alice intentaba no reírse al ver la cara que se le había quedado al pobre Max. Nunca lo había visto estupefacto.
Tina, por su parte, esbozó una enorme sonrisa.
—¡Es perfecto! —exclamó emocionada—. ¡Y un detalle precioso! ¿Verdad, Max?
Él seguía medio paralizado cuando se aclaró la garganta ruidosamente.
—Sí…, eh… No me lo esperaba.
—No derrames toda tu alegría de golpe, que se nos contagia —bromeó Charles.