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Edith Hamilton

Mitología

El gran clásico que ha cautivado y deleitado a millones de lectores alrededor del mundo con sus relatos atemporales de los dioses y los héroes que nos han inspirado desde el origen de los tiempos.
Publicada por primera vez en 1942, la Mitología de Edith Hamilton se convirtió rápidamente en una obra de referencia sobre los grandes relatos mitológicos. Conocido por sus continuas reediciones en inglés y en sus múltiples traducciones, este compendio de los mitos griegos, latinos y nórdicos constituye uno de esos libros imprescindibles en toda biblioteca.
«La clara intención de Hamilton es despojar al campo olímpico y sus manifestaciones de grandilocuencia pero no de grandiosidad. No hay aquí hinchazones ni tampoco simplificaciones. Hay, por el contrario, una sabiduría que se apasiona por sus temas y que se nos desea transmitir con rigor y levedad, con viveza y suspicacia, y también con la libertad que generan la ironía y el humor. Y, sobre todo, esa sabiduría está habitada por el feliz propósito de dar cauce a un relato continuado, fluido, casi infinito. Las voces que retumban en el libro son las voces de las fuentes originales (Homero, Lucio, Ovidio, Apolonio, Virgilio, las sagas y las Eddas nórdicas) que se reordenan y se transforman al encadenarse a una secuencia elocuente que les impone una nobleza alta, un ritmo que no desmaya, un embrujo palpitante.» Letras Libres
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Auteursrechteigenaar
Bookwire
Oorspronkelijke uitgave
2021
Jaar van uitgave
2021
Uitgeverij
Perla Ediciones
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Citaten

  • maleñociteerde uit2 jaar geleden
    Ahí seguía ella, en su pedestal, cautivadora en su hermosura. Él la acarició y de inmediato retiró la mano. ¿Se engañaba a sí mismo o parecía cálida al tacto? Besó sus labios con un beso largo y lento, y los sintió volverse suaves bajo los suyos. Tocó sus brazos, sus hombros, y notó que la dureza cedía; era como cera derretida bajo el sol. Tomó su muñeca: tenía pulso. “Venus…”, pensó. “Esto es obra de la diosa.” Y con indecible gratitud y alegría, rodeó a su amada con los brazos y la vio sonreír ante sus ojos y ruborizarse.
  • maleñociteerde uit2 jaar geleden
    Este singular ardor no pudo pasar inadvertido a los ojos de la diosa del amor apasionado. A Venus le llamó la atención, pues rara vez se presentaba algo así en su camino: una nueva clase de amor. Y decidió ayudar a ese joven capaz de estar enamorado y de ser original a la vez. La festividad de Venus se celebraba de forma especial en Chipre, por supuesto, pues fue la primera isla en recibir a la diosa cuando ésta surgió de la espuma. Se le ofrecía multitud de novillas blancas como la nieve, con los cuernos abrillantados; el delicioso aroma del incienso se extendía por toda la isla desde sus muchos altares y la muchedumbre atestaba sus templos; no había un solo enamorado infeliz que no se presentara ahí con su ofrenda, rogándole ser correspondido. Y ahí estaba también Pigmalión, obviamente.
  • maleñociteerde uit2 jaar geleden
    En cualquier caso, trabajó mucho y con gran dedicación en la estatua, y creó una obra de arte exquisita. Pero, por bella que fuera, no podía descansar tranquilo: seguía trabajando, y cada día la embellecía más con sus hábiles dedos. No había nacido mujer ni se había tallado estatua que pudiera comparársele. Cuando ya no pudo seguir perfeccionándola, su creador sintió algo extraño dentro de sí: se había enamorado, profunda y apasionadamente, de su propia creación. Hay que tener en cuenta, a modo de explicación, que la estatua no parecía una estatua; nadie hubiera pensado que era de marfil o piedra, sino de cálida carne humana que se había quedado inmóvil por un instante. Tal era el maravilloso poder de este desdeñoso joven. Había conseguido el logro supremo del arte: el arte de ocultar el arte.

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