Massimo Recalcati

Los tabúes del mundo

  • Rapsoda CEciteerde uit6 dagen geleden
    Cada uno lleva escrito en su propia nuca el destino que el Otro nos ha asignado sin poder descifrarlo
  • Rapsoda CEciteerde uit8 dagen geleden
    Nuestra época parece querer eliminar toda forma de tabú. La desinhibición y la ausencia de vergüenza y de sentimientos de culpa triunfan en las barbas del viejo representante del siglo XX,
  • Rapsoda CEciteerde uit8 dagen geleden
    relieve una verdad mucho más amplia. El deseo incestuoso es la imagen de un deseo ilimitado, que no conoce diques, umbrales ni tabúes y que, en consecuencia, impulsa con fuerza hacia la posesión absoluta, no solo y no en concreto de la madre, sino de «todo»: tener, conocer, gozar, serlo todo
  • Rapsoda CEciteerde uit8 dagen geleden
    aguas bravas de un mar sin bordes? Nos hallamos aquí frente a un rasgo fundamental de la angustia hipermoderna que la experiencia epidérmica del pánico expresa a la perfección: carencia de puntos de referencia, caída de los diques, vértigo, apertura de un vacío sin nombre
  • Rapsoda CEciteerde uit8 dagen geleden
    Quebrar los tabúes no es solo la ambición de la perversión ordinaria del deseo humano, sino también la de la ciencia
  • Rapsoda CEciteerde uit8 dagen geleden
    Quebrar los tabúes no es solo la ambición de la perversión ordinaria del deseo humano, sino también la de la ciencia. El
  • Sergio Castrociteerde uitvorig jaar
    ¿Cuántas veces nos hemos sentido empujados, expulsados? Es precisamente por esta posibilidad continua de nacimiento por lo que Hannah Arendt –refutando a su maestro Martin Heidegger– afirmó que los seres humanos no están hechos para morir sino para nacer.
  • Sergio Castrociteerde uitvorig jaar
    ¿Cuántas veces puede uno resurgir de sus propias cenizas? ¿Cuántas veces nos hemos sentido empujados, expulsados? Es precisamente por esta posibilidad continua de nacimiento por lo que Hannah Arendt –refutando a su maestro Martin Heidegger– afirmó que los seres humanos no están hechos para morir sino para nacer.
  • Sergio Castrociteerde uitvorig jaar
    Duelo sin palabras y sin consuelo que reitera esa estrecha conexión entre la vida y la muerte que toda madre conoce bien. Siempre hay un momento en el parto donde la madre, en el ápice de las contracciones, tiene la sensación de que si no se esfuerza para que su hijo salga de su cuerpo podría arriesgarse a ahogarlo. He escuchado esta historia varias veces en boca de mis pacientes: el último esfuerzo es el que, salvando al niño del riesgo de la asfixia, lo abre a la vida pero solo a condición de perderlo, sacándolo, en efecto, fuera, arrojándolo al mundo. Aquí también los confines entre la vida y la muerte se antojan muy estrechos. Es el mayor regalo de la maternidad: dejar que el niño que ha crecido en su vientre se separe, salga fuera, se convierta en vida propia. Lo sabía perfectamente María también: jovencísima madre que llevaba en su seno –como todas las madres– el hijo de Otro, un hijo que no es propiedad suya, cuyo destino debe ser el de morir en la cruz, o bien –en clave laica– perderse. Es algo que les ocurre a todas las madres: sacar fuera a sus hijos, dejar que se vayan, observar el secreto de esa nueva vida sin querer apoderarse de ella. El milagro de la natividad consiste, una y otra vez, en esto. Pero ¿cuántas veces puede nacer un hombre? ¿Cuántas veces puede caer para volver a levantarse? ¿Cuántas veces puede uno resurgir de sus propias cenizas? ¿Cuántas veces nos hemos sentido empujados, expulsados? Es precisamente por esta posibilidad continua de nacimiento por lo que Hannah Arendt –refutando a su maestro Martin Heidegger– afirmó que los seres humanos no están hechos para morir sino para nacer.
  • Sergio Castrociteerde uitvorig jaar
    De hecho, si el capitalismo roba al hombre su humanidad, convirtiéndolo en una bestia de carga, es porque se apropia indebidamente del producto de su trabajo. De esta manera hace imposible ese reconocimiento del valor de la vida humana que debe realizarse cuando el trabajador puede verse reflejado en el producto de su obra. Este es, en apresurado resumen, el carácter alienante de la expropiación capitalista del trabajo obrero: el trabajador pierde contacto con el objeto de su propio trabajo y con el sentido mismo de su praxis.
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