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Albert Camus

La peste

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  • Kenny Guevara Echevarríaciteerde uit4 jaar geleden
    ¿No es cierto, puesto que el orden del mundo está regido por la muerte, que acaso es mejor para Dios que no crea uno en él y que luche con todas sus fuerzas contra la muerte, sin levantar los ojos al cielo donde Él está callado?
  • marielaabunapciteerde uit4 jaar geleden
    "Hay quien es todavía más prisionero que yo", era la frase que resumía la única esperanza posible.
  • Diego Caceresciteerde uit3 jaar geleden
    Se creían libres y nadie será libre mientras haya plagas.
  • Alex Vitericiteerde uit3 jaar geleden
    "Pregunta: ¿qué hacer para no perder el tiempo? Respuesta: sentirlo en toda su lentitud.
  • Alex Vitericiteerde uit4 jaar geleden
    Los hombres y mujeres o bien se devoran rápidamente en eso que se llama el acto del amor, o bien se crean el compromiso de una larga costumbre a dúo. Entre estos dos extremos no hay término medio. Eso tampoco es original. En Oran, como en otras partes, por falta de tiempo y de reflexión, se ve uno obligado a amar sin darse cuenta.
  • Loreleyciteerde uit4 jaar geleden
    Ésos, al menos por algún tiempo, serían felices. Sabían, ahora, que hay una cosa que se desea siempre y se obtiene a veces: la ternura humana.
  • Luis Torresciteerde uit4 jaar geleden
    Cuando se sentía tentado de mezclar directamente sus confidencias a las mil voces de los apestados, se detenía ante la idea de que no había uno solo de sus sufrimientos que no fuera al mismo tiempo el de los otros, y que en un mundo en que el dolor es tan frecuentemente solitario esto es una ventaja. Decididamente tenía que hablar por todos.

    Uno se encuentra en otros.

  • Luis Torresciteerde uit4 jaar geleden
    Rambert sabía que todo iba a serle devuelto de golpe y que la alegría es una quemadura que no se saborea.
  • Luis Torresciteerde uit4 jaar geleden
    Sentía que su madre lo quería y pensaba en él en ese momento. Pero sabía también que querer a alguien no es gran cosa o, más bien, que el amor no es nunca lo suficientemente fuerte para encontrar su propia expresión. Así, su madre y él se querían siempre en silencio. Y ella llegaría a morir —o él— sin que durante toda su vida hubiera podido avanzar en la confesión de su ternura. Del mismo modo que había vivido al lado de Tarrou y estaba allí, muerto, aquella noche, sin que su amistad hubiera tenido tiempo de ser verdaderamente vivida. Tarrou había perdido la partida, como él decía, pero él, Rieux, ¿qué había ganado? Él había ganado únicamente el haber conocido la peste y acordarse de ella, haber conocido la amistad y acordarse de ella, conocer la ternura y tener que acordarse de ella algún día. Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo. ¡Es posible que fuera a eso a lo que Tarrou le llamaba ganar la partida!
  • Luis Torresciteerde uit4 jaar geleden
    Pero aquel silencio que envolvía a su amigo era tan compacto, estaba tan estrechamente acorde con el silencio de las calles de la ciudad liberada de la peste, que Rieux sentía que esta vez se trataba de la derrota definitiva, la que pone fin a las guerras y hace de la paz un sufrimiento incurable.
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