Los dioses de cada hombre

el reino celeste no es exclusivamente dominio de los hombres, sino una orientación hacia el poder y una capacidad para llevar a cabo acciones decisivas.

el cielo representa una actitud consciente, una perspectiva que exalta el control, la razón y la voluntad por encima de todas las demás cualidades.

mayoría de sus consortes eran diosas “más mayores”, es decir, adoradas antes que él y cuyas divinidades quedaron subordinadas a dicho dios.

El divino Zeus, que en su gloria es el dios que se presenta como luz y aporta luz y conciencia a los humanos, en su oscuridad se transforma en un enemigo de la fuerza vital, encerrado en sus estructuras y leyes, con temores y contrario al cambio y a cualquier amenaza a su statu quo.

Estableció y consolidó su poder, pero lo más importante –típico de Zeus– es que logró imponer su voluntad a los demás.

En el campamento militar o en el equivalente contemporáneo del mundo comercial no hay lugar para la vulnerabilidad, la ternura y la inocencia. Tampoco hay lugar para la empatía ni la compasión por los enemigos, en un entorno de “mata o te matarán” o para competidores y rivales en los que uno gana y el otro pierde.

El lema para justificar estos ritos de iniciación suele ser: «lo que me han hecho a mí, ahora yo te lo hago a ti», lo cual indica una clara identificación con el agresor.

Otros me han hablado de su sentido de culpa y vergüenza por faltarles el valor para hablar e intervenir

El amor hacia las cosas bellas, la sensualidad y la espontaneidad emocional son igualmente rasgos no masculinos que se han de ocultar o enterrar tan profundamente que nadie pueda percibirlos.

Aunque a un hijo pueda desagradarle su padre que le critica, le amedrenta y descarga su ira sobre él, lo que sucede es que acaba odiando todavía más ese sentimiento de debilidad, incompetencia, temor, impotencia y humillación. Llega a odiar su propia vulnerabilidad por ser el blanco de la crítica punitiva y de la ira de su padre. Lo mal que se ha sentido y la idea de “maldad” se mezclan, confusión que la cultura patriarcal refuerza equiparando la conciencia de la vulnerabilidad a la debilidad, la cobardía y el no “tener agallas”.